Era la primera vez, era un acontecimiento esperado. Pero yo no era
un galardonado no tenía premios, no tenía méritos, pero estaba allí al lado de
los grandes, que no se fijaban en mí. El ego era de goma y se alargaba como la
sombra de un ciprés al atardecer.
Noventa minutos de gloria que enseguida se llevó el viento. Para
mí solo quedaron algunas fotos, con las que el paso del tiempo no pudo, porque
las capturé, para el recuerdo.
Para ser vistos nos colocaron dentro de
la caseta, que era tal vez como una jaula, de la que no convenía que
saliésemos, por si acaso acabábamos en redil ajeno. Todo estaba estudiado: los
tiempos, los clientes, las fotos, las sonrisas… había que vender.
Entonces, ¿para que servían los escritores? El pueblo no convenía
que leyese, que se hiciese culto para no preguntar, para no demandar…, y el IVA
cultural estaba por las nubes.
no se les podía potenciar.
¿Para que quedaban los libros?
Para adorno de los armarios.
Pero yo a pesar de todo, seguiré escribiendo.s colocaron dentro de
la caseta, que era tal vez como una jaula, de la que no convenía que
saliésemos, por si acaso acabábamos en redil ajeno. Todo estaba estudiado: los
tiempos, los clientes, las fotos, las sonrisas… había que vender.
Entonces, ¿para que servían los escritores? El pueblo no convenía
que leyese, que se hiciese culto para no preguntar, para no demandar…, y el IVA
cultural estaba por las nubes.
no se les podía potenciar.
¿Para que quedaban los libros?
Para adorno de los armarios.
Pero yo a pesar de todo, seguiré escribiendo.
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