martes, 11 de abril de 2017

EL BRINDIS

- ¿Que va a cenar hoy? -, le preguntó la enfermeEL BRINDIS - ¿Que va a cenar hoy? -, le preguntó la enfermera - ¿Puedo elegir? - Hoy sí, es 31 de diciembre. - Entonces tráigame por favor, crema de espárragos, una tortilla a la francesa y una botella de sidra “El Gaitero”. No tardó en traerle cuanto había pedido. Se levantó de la cama, comió la crema de espárragos completa, luego dejó media tortilla a la francesa y mirándome a los ojos. dijo: - Por ti. Besó a mi madre y se volvió a acostar. Al poco dormía plácidamente. Su sueño era raro, sin jadeo, distinto de la noche anterior. ra - ¿Puedo elegir? - Hoy sí, es 31 de diciembre. - Entonces tráigame por favor, crema de espárragos, una tortilla a la francesa y una botella de sidra “El Gaitero”. No tardó en traerle cuanto había pedido. Se levantó de la cama, comió la crema de espárragos completa, luego dejó media tortilla a la francesa y mirándome a los ojos. dijo: - Por ti. Besó a mi madre y se volvió a acostar. Al poco dormía plácidamente. Su sueño era raro, sin jadeo, distinto de la noche anterior.

lunes, 10 de abril de 2017

VIERNES

Es viernes, otro fin de semana…
Tengo que matarle. Desde que llegó, hace ya una eternidad, mi casa se ha llenado de humo denso y negro. Apenas puedo ver algún rayo de luz por las ventanas. Mi psiquiatra me ha icho que aproveche esos momentos de luz, que lo analice y lo anote, escriba las fechas y la hora, lo que está pasando entonces, que lo registre todo como un historiador. Dice que eso me ayudará a saber quién es y por qué ha venido. Pero yo no veo nada. Todo está oscuro. Antes me gustaba escribir, ahora ya, desde que mi mujer me acusó de maltratador para aquedarse con el piso, no siento ganas, no puedo. Maltratador psicológico, había dicho para suavizarlo. De eso hace ya meses. No. Mi psiquiatra dice que no debo emplear la palabra no puedo, que la cambie por me cuesta trabajo. Si, .me cuesta mucho trabajo localizarlo. - ¡Cuando le encuentre...! No distingo la noche de los días que van pasando, lentos, pero cuando me doy cuenta ya son meses… por la noche apenas duermo, se me cae la soledad encima mientras mi mujer se va a otro cuarto, yo me rasco la piel como un poseso. Tengo que ir al médico o ponerme guantes para dormir. Sé que esa no es la solución. La solución es encontrarle y matarle. después que¬daremos los dos solos y podremos reencontrarnos. Volverá conmigo y ya no comerá sola. Quiero que vuelva a cantar y saltar como lo hacía antes. Hace muchos años que soy calvo, pero eso no me preocupa. Esta mañana ella me ha tirado un peine. No era para peinarme. Quería que me mirase en el espejo, que me sintiera calvo, pero en el aseo no había ventanas, todo estaba oscuro. Encendí una vela, pude ver su rostro, como cada mañana, buscando una ilusión, pero el humo enseguida lo apagó todo. No necesité decir nada. Mes escupió una mirada como si fuese un beso de despedida. Cerró de golpe la puerta de la calle y yo me quedé en la sombra. Cuando vinieron a buscarme los del Samur, para internarme lo primero que se me ocurrió decirles fue que yo no era un maltratador. No me hicieron caso. Por el espejo retrovisor de la ambulancia le vi. - ¡Es él! El golpe fue brutal. Varios coches chocaron en cadena. Pero no hubo muertos. Cuando me vio el psiquiatra yo tenía aún la mano en-sangrentada. Me puso una inyección de no sé qué y no sé cuánto tiempo llevo muerto. Mi mujer está a mi lado, me caricia la mano vendada y hay luz en las ventanas. Ya estoy en casa. Creo que no es un sueño. Es otra vez viernes. La veo saltar y cantar, no sé si es que piensa que ya estoy muerto, o porqué he resucitado y soy el de antes. Será un descanso para ella, pero el otro, el fantasma, ese sí que ha muerto en el accidente. Por fin le he matado. Ha retirado la denuncia.