domingo, 31 de enero de 2021

EL SUEÑO

  

Las noches caen como placas de hielo, todas iguales, en mi calendario. Y se hunden en la tierra del recuerdo, al margen de toda diferencia.


Lo oscuro no tiene edad. Ya no tiene edad, como los sueños. Como el sueño.

El viento apaga las antorchas. Se rompen los relojes.

Solo queda lo sombrío. Lo oscuro y el espejo.

El espejo y el sueño.

Ese sueño que se repite. Se repite, se olvida y vuelve.

Vuelve envuelto en un silencio espeso.

Vuelve despacio, sin ruido y vuelve a sorprenderme.

Despacio, me quedo sin recuerdos.

No hay luz, no hay nada en el espejo.

No recuerdo el sueño.

Se alza el telón. Sopla el viento, fuerte, huracanado.

Claro, - ¡la ausencia de recuerdos! -, esa es la clave.

Acaricio la madera, madera marrón, madera de ataúd, y se escapa una nota larga, aguda, amarillenta, como una lágrima.

Una lágrima diminuta en la que se disuelve el tiempo como el azúcar,

Se abren mis ojos como acos de una muralla,

Ya no soy el nieto, ya no tengo abuelo

Soy el abuelo y no tengo nietos a quienes contarles cuentos.

Aquella máquina  de vapor, del cuento de mi padre se ha parado en la vía muerta.

Es de noche, otra vez de noche y hay tormenta.

Los truenos, los años y el silencio, se agolpan en mis oídos, los machacan.

Ya hay dos ataúdes en su tierra, mi mano sigue acariciando sus maderas, ahora son dos manos, dos maderas y la textura es distinta, la tierra húmeda, el aroma dulce agradecido, el tiempo roto y el sudor amargo.

Ya se que nota es, un sol de acordeón, un sol mayor que esconde en su interior todos esos ojos. Esas miradas que me siguen, enseñándome el camino.

martes, 19 de enero de 2021

#MiMejorMaestro.

 

         
#MiMejorMaestro
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LA LOBA BLANCA

          JOSÉ MARIA GARRIDO DE LA CRUZ

          HOMENAJE AL MAESTRO  

D. LAUREANO PRIETO RODRIGUEZ

(1907-1977)   Maestro, etnógrafo y literato.


RElato elaborado a partir de  su obra «La zoantropía en Galicia»,


Antes de empezar la clase, el viento se descuelga de la montaña, y deja entrever los últimos alaridos de la noche.

No es mi abuelo, y yo le miro con asombro porque tiene el pelo vestido de nieve.

Bajo su sombrero siempre hay alguna sorpresa.

A mi todo me causa sorpresa, la nieve, la música de los carros, los trajes de paja, las tormentas y los lobos.

En su gabardina, - que tiene una raya negra en la manga -, se oculta la sabiduría de los genios.

Al llegar a la escuela, la deja colgada en un perchero de madera de castaño. Los mayores dicen que lo ha hecho él, con sus manos y con una navaja que le regaló un pastor el día de su boda.

 El perchero está lejos del encerado y de las tizas.

Me recuerda al castaño grande que da sombra al corral de mi casa. Es del mismo color.

Desde allí, el intenso verde de los prados se escapa vertiginoso y vertical hasta la cuenca del rio que marca la frontera.  

Las vacas, las ovejas y las cabras conocen bien el camino de la ribera. Allí, entre los espesos pinares, se esconde la gran loba blanca.

Tengo los ojos muy abiertos, le miro y voy guardando su relato dentro de mi memoria.

Me han crecido las orejas para escucharle mejor.

Ya sé por qué hay tanta yerba, tantos árboles y tantos animales. Es la lluvia, el frio, el agua de la montaña, la nieve. La misma nieve que da color a su pelo.

El maestro nos dice que es porque estamos en el centro de la comarca de “las Frieiras”, donde los celtas decían que nacía el frio y mis ojos se hacen más grandes.

El encerado, la mesa y el maestro están muy cerca.

El pastor que le regaló la navaja con la que hizo el perchero entonces debía tener mucho frio porque iba vestido con un largo traje de paja, pero don Laureano no nos cuenta ni como se llama, ni como se hacen esos trajes. Se guarda su secreto en el sombrero.

Nos dice que para guardar su ganado ya no tiene perros. A su lado descansa tumbada una hermosa loba blanca.

Nadie habla. La estufa de carbón nos hace olvidar el frio, pero el color de la nieve se mete por las ventanas.

El pastor sabe quién es la loba y yo no.

Y me vuelve a atraer la voz del maestro que sigue contándonos la historia de la loba blanca.

Aquella mujer, alta hermosa y desgraciada, se acerca todas las noches de luna llena, después de la puesta de sol, al lavadero. A su lado un gran pilón sirve para que beban los animales.  Los pastores llevan allí, a esa hora, a sus ganados.

Uno de ellos tiene colgada en su cinto, una flauta de madera de castaño con tres agujeros. Su música espanta a los fantasmas, a los espíritus malignos.

Su música le produce paz y mira al pastor, como yo miro al maestro, hasta que se oyen las voces de los cazadores y de los criados de su padre. Entonces corre ladera abajo, cuidando que sus faldones no se enganchen con las zarzamoras.

Su padre nunca la verá casada con su primo, el rico.

El viento, el eco y las montañas repiten la maldición y las amenazas de su padre.

-        ¡Te convertirás en loba! ¡Eres una loba! ¡Eres una loba!

Y nadie la encuentra.

A la sombra de una grieta, un perro le cede la agudeza de su olfato y sus oídos.  Ella sigue huyendo y por detrás de la última sima, el águila pone en sus pies la agilidad de sus alas. Y una hiena perdida en el precipicio, le regala sus cuatro patas de acero y la ferocidad de su especie.

Ahora ya puede volver al gran pilón. Lo hace despacio, subiendo, despojándose de todo resto de piedad y con sus ojos de lince busca a los pastores de su padre, a los cazadores.

Ya no tiene prisa; ya no tiene miedo.

A lo lejos el sonido de una flauta de madera de castaño.

Aprieta el paso olvidando el reguero de sangre que deja detrás.

 Su aullido se confunde con el sonido de la campana de Don Laureano.

¡Que fastidio, la clase ha terminado!

El maestro se levanta, acaricia el perchero y se pone la gabardina y el sombrero y nos saluda.

Está nevando.

viernes, 15 de enero de 2021

!Ay la nieve!


 

La filomena se ha ido y nos  ha dejado  a Ida; algo bueno tenia que dejarnos. Ha congelado el virus, ha provocado que algunos piensen que no hay profesionales suficientes para vacunar a los ciudadanos, pero sobre todo ha traído la nieve, como un regalo y nos ha dejado un espejismo: ya no hay personal laboral para retirar la nieve, …. ¡Qué bien, ya no hay parados en nuestro país!  Efectivamente no  hay parados para quitar la nieve, salvo en algunos barrios céntricos por los que suelen pasear los políticos. Para ellos , para facilitar sus paseos, sí que hay máquinas quitanieves, y  celeridad política en la toma de decisiones,  pero en los que solo sirven paa pagar impeuss tendranque  quedarse en lista de espera. En confina miento domiciliario que nos ventrá bien para no propagar la pandemia…

España va bien,  dijo una vez un político,  - iba tan bien como ahora - no hay parados y se da un confinamiento extraordinario

Mejor que nadie sepa el numero real de víctimas del covid, mejor que nadie  sepa nada

Mejor contar lo que hay Vergüenza poca, iteres por resolver los problemas de los que pagan, ninguno. Y nos pedirán el voto.

 

 

 

 

 

viernes, 8 de enero de 2021

EL HUMANISMO EN LA POESIA POE JOSÉ MARÍA GARRIDO O GIL HERNANDO DE SANTIAGO QUE ES LO MISMO


Tal vez me equivoque,

Tengo derecho a confundirme

En este territorio tan sensible

me gusta sentir el placer de equivocarme

 

Ya lo hice una vez

desatando un silencio cobarde y continuado

en aquellas gargantas cercenadas

incomprensible, insolidario…

 

¡Horror dos adjetivos juntos!

 

Tal vez haya muerto mi poema

 o quizás nunca llegó a nacer con son poético

 pero solo el placer de transgredir

para acercarme a lo que sienten los poetas

lo que esconden tras sus versos

llena de sentido la palabra

 

Alzar la voz y escuchar silencio

subir el tono y provocar alivio

doblar la rima y romper las lágrimas

y sentir muy cerca la sonrisa

o el aroma placentero de la música

 

Si, tendré que escribir más hondo

aunque no sepa,

aunque duela la palabra.

aunque solo sea para recordar su voz.

Aunque alguien diga

que esto no es poesía.

jueves, 7 de enero de 2021

Compañeros de tertulias poéticas:




Me dirijo a vosotros con el fin de saludaros, en este nuevo año que comienza mal. La tierra en menos de tres días se ha llevado a dos voces, que ya no volverán a deleitarnos, Juan José Alcolea, que militaba en Verbo Azul de Alcorcón y le hemos visto muchas veces en la tribuna de la Casa de Castilla la Mancha en la tertulia poética Eduardo Alonso. Allí su voz ronca y su sombrero, se alzaban cada mes, para dejar en el ambiente, un sentimiento de fraternidad. Ahora a buen seguro ese verbo ya no será tan azul, pero nunca estará vacío de sentimiento.
Y que decir de Guadalupe… Ella con sus letras encadenadas hacía honor a su apellido. Grandes. Con su pluma tampoco volverá a escribirle estrofas a la luna.
Me gustaría que este saludo, les sirviese de homenaje, aunque soy mas dado a que los halagos se reciban en la vida. Pero a veces no tenemos tiempo para hablar de sentimientos y a los versos solo les queda una capa de pintura, que se va cayendo con las horas y sin fuerza en la palabra. Tal vez fuese provechoso y bueno que en nuestro deambular circular detuviésemos nuestros pasos para saber algo del que está a nuestro lado, para saber que mueve a cada cual, a la hora de enlazar las palabras en forma de poemas, bajarnos de nuestro hedonismo, y acariciar el trasfondo de esa pintura oxidada que pudre nuestros versos.
Verbo Azul