viernes, 25 de mayo de 2018

LA TORMENTA POR JOSE MARIA GARRIDO



Los momentos, buenos y malos, los girones de sus vidas, quedan prendidos de los árboles, atrás, en el recuerdo de las ventanas.
El silbido del tren es agudo, afilado como el corte de las tijeras de la peluquera.
La sensual peluquera y el dócil maquinista, no se conocen. 
 Aún. 
El viento y la lluvia se atraen.
El tren no deja de moverse.
Las tijeras bailan seductoras, buscando un cuello, buscando el tacto suave, cálido como el carbón, cuando se quema despacio.
El tren aminora la marcha.
A lo lejos, una fina línea roja,
La máquina, se queda sin vapor, sin respiración y se entrega tiernamente en los brazos de su amada.
Las tijeras, no cesan de crujir, como si no hubieran terminado su trabajo.
Un túnel, largo, muy largo.
Unos labios y otros labios, se cruzan en un gemido, sin aliento, como si fuese posible, un cambio de vía.
 Ya es demasiado tarde.
Todas las estaciones  están  cerradas. 
Se aproxima la hora del descanso.
En la sala, desierta, gélida, poca luz y una espera, interminable, agónica.
Por uno de los cristales, roto, entra un viento huracanado y la oscuridad de la noche.
Ella, paciente, detrás de sus gafas, tiene una mirada siniestra, que no deja ver.
En la cabina, a la luz de un relámpago muy próximo, los dedos, de una mano sudorosa, aprecian un líquido rojo en el cuello, apenas un hilo. 
Se desploma y el golpe se confunde con el trueno, desgarrador.
Ni los ojos ni el tren, quieren moverse y las agujas del viejo reloj se resisten a dar vueltas.
Ella siente que se le ha acabado el viaje. 
Se levanta. No deja nada atrás y la sala de espera se queda aún más desierta. 
Y se mete de lleno en la tormenta.

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sábado, 19 de mayo de 2018

SIN TAPUJOS; siete lineas, pido la palabra




En estos tiempos de laicismo, pido la palabra para apoyar la postura sin paliativos del Papa Francisco en chile. En esta ocasión basta la sospecha, dada la gravedad de los hechos y la g jerarquía de los que los permitieron.

La institución que preside Bergoglio debe ar ejemplo si quiere que los hombres se acerquen a ella, y cualquier mancha espanta a los muchos escépticos. Que tiene. Si la fe debe ser ciega, aquello en lo que se cree debe estar limpio y desbordar confianza. Gracias Francisco por limpiar y ayudar con esa limpieza, a que los que volvemos la espalda a Dios, de vez en cuando demos la vuelta y veamos ejemplos como el tuyo. Después de esto  sol que la  paz vuelva  a la Iglesia Católica y Ejemplar..




viernes, 18 de mayo de 2018

VUELVO A TI




 

  UN POEMA MIO, ADELANTO DEL LIBRO INEDITO
"ESCARCHA EN EL BASERO"




                   He bebido esta eternidad pasada, 
esa sed que no se agota
ha cambiado el rumbo en el sendero


Y ahora, 
vuelvo a ti desde la oscuridad del mar
de lo profundo del dolor
desde la blancura de la ausencia


Desde la soledad 
al margen de parábolas hermosas
atado a tus designios 
sin timón


Y vuelvo a ti, 
cómo un náufrago de hielo 
vencido por el sol y tu osadía
desarmado de esperanza, y solo



martes, 8 de mayo de 2018

ATENTA LECTURA


JOSE MARIA GARRIDO





Primero fue la escritura. Luego la lectura. Desde que supe que el futuro era negro, comencé a leer y a escribir de forma frenética, ávida, compulsiva, incontenible.
Se me iban agotando los adjetivos, las comas, y las admiraciones.
En mi biblioteca había para varios años de lectura ininterrumpida.
Aquella tarde, como casi todas había futbol en la televisión y sonaba triste la lluvia en los cristales.
Por la mañana había terminado uno de una autora de la que ya no recuerdo ni su nombre
Tomé otro del tercer estante. Era de un tal J M Garrido.  Un desconocido que quería ser escritor. Relatos inconexos.
Página 14. Estoy llegando.
En aquel momento no tenía ni idea de donde estaba, ni quien era. Pero sin duda era un viaje.
Me senté cómodamente en el sillón y me dispuse a viajar.
Sentía un placer indescriptible dejándome llevar por una ruta desconocida.

 “Al principio no era así. No te asustes. A lo largo del viaje he perdido kilos, adquiriendo una imagen muy distinta de la que tenía antes”

¿Qué forma tenía yo al principio, antes de coger el libro? 
¿Qué forma tengo ahora?  ¿Es la misma?
Prefiero no mirarme en el espejo.
¿Cuándo fue el principio? 
¿Cuántos años tengo?
¡Los espejos! ¡Socorro! ¡Los espejos!
Voy al cuarto de baño, vacío la cisterna. 
Un alarido. 
El monstruo pierde el equilibrio y cae por el inodoro. Pero vuelve. 
Vuelve con más fuerza.
No soy yo. 
¿No soy yo?
Me miro en el espejo.
Soy hermosa, pero vuelve.
Me rodea.
Me defiendo con un frasco de perfume.
¡Sangre! ¡Qué bien huele la sangre!
Pero no distingo si la sangre es del monstruo o mía.
Me desvanezco.
Siento más próximo el respaldo del sofá. 
El libro se me cae de las manos.
Estoy sudando.
Me arrastro a recogerlo….
Quiero quedarme dormido, pero me ataca el olor a un perfume conocido.
Ella está allí, en el cuarto de baño, desnuda, con el frasco roto entre las manos. 
Me acerco.

 “Ahora lo importante es no perder altura, sujetarme bien a estas paredes cada vez más gelatinosas, para ello ¿necesito la vista?”


¿Qué me pasa? ¿Dónde estoy?
¿Perder altura?
Es una tubería, ¿Quién soy? Se va ensanchando. 
El tacto no me engaña. Mis manos, las escamas…
La tubería se vuelve blanca.
¿Gelatina? No. Esto es otra cosa. ¡Qué mal huele!
¿Soy acaso el monstruo?
Lo importante es no perder altura.
Estoy llegando.  
Arriba luz, espejos.
No quiero mirarme.
Hay una mujer. 
Desnuda. Hermosa. 
Parece que me oye.
La rodeo con mis escamas.  No tengo brazos, ni manos.
Aprieto. Grita.  
Grito, pero estoy sola.

“No, el objetivo no es verte y que me veas. He de vencer el poder de las corrientes jabonosas que siempre bajan.”

En medio, un charco de sangre, que no se si es mía, o es de la mujer o del monstruo. 
Grita ella, grito yo. 
EL monstruo grita.
Reconozco su voz. Me reconozco.
Me miro al espejo. Es ella. Es ella. 
Ahora ya no soy el monstruo. 
Soy hermosa, soy ella. Soy su víctima.  
Ella ya no existe. Solo yo.
Me envuelvo en una toalla ámplia y regreso al sofá corriendo cierro el libro y descanso mientras oigo la lluvia que cae lenta en los cristales.
Ha sido un viaje agotador. 
Sigo sola, pero más tranquila.
Ya soy yo misma. Puedo volver a leer.


“¿Respiras, todavía? Sí, noto el vertiginoso latido de tu corazón entre mis escamas y esa mirada que se va perdiendo en un horizonte cercano, que te ahoga despacio, despacio.”



Recojo los restos del monstruo, y lo que parece sangre, con una fregona y vuelco su contenido pestilente y gelatinoso, por el inodoro esperando que el monstruo resbale, se hunda y no vuelva.
Queda en el ambiente, ese extraño olor a perfume penetrante, insoportable y alguna huella de pezuñas con escamas, por el pasillo, camino de la puerta de la calle.
Descanso y vuelvo a mirarme al espejo, mientras intento eliminar cualquier recuerdo. 
Sí soy hermosa.
Sobre la mesa un libro: “Relatos inconexos”, de un escritor desconocido, esta abierto por la Página 14.

domingo, 6 de mayo de 2018

SIETE LINEAS: PIDO LA PALABRA




ARTISAS CALLEJEROS

Siempre me han llamado la atención esos artistas callejeros que expresan su saber, su arte en las paredes de la casa del vecino. Entiendo que ellos piensan, que no hay más apropiado lienzo que el ajeno, entiendo que no hacen borradores, porque de limpiar se encargan otros.  Entiendo que su obra sea sublime e ilegible, pero a nadie le llevan su fachada al Museo del Prado para exponer el talento de estos genios. Me encantaría que tuviesen espacios exclusivos, que hubiera barrenderos específicos, tal vez ellos mismos, para que pudieran renovarse, aunque también podrían trabajar en las fachadas de sus propias casas.




sábado, 5 de mayo de 2018

JOSE MARIA IÑIGO, LA VOZ. Por JOSÉ MARÍA GARRIDO


Voz de mago, mirada de profeta, porque tu palabra es la radio en castellano, clara y serena, sin ambages ni eufemismos, yo, como todos los injustos, tengo que recordarte ahora que acabas de emprender ese viaje hacia la historia. Y es que hoy sí que no es un dia cualquiera porque todos te estaban esperando en el estudio de Tarragona y no has podido venir. Tus planes de emprendedor renacentista y nuestros deseos, se han torcido, derribados por ese vendaval, tan frío, que nos asusta, y que rompe el tintero del poeta. José Maria, tocayo, maestro, que tu recuerdo no se disuelva nunca. Sería el olvido, y eso no es posible. Pepa, dice hoy desde Tarragona, donde se han quedado esperándote, que siempre. como dice la canción “estaremos todos juntos"