1962. LOS POSTES DE LA
LUZ
Papá dice que cuando
vienen los reyes magos, las huellas de sus camellos se quedan marcadas en la
nieve. Yo no puedo salir a verlas porque
hace mucho frio y me salen sabañones. Pero no se como son las patas de los camellos. Las
huellas esas que dice pueden ser de una cabra o de una vaca. Pero eso, al señor
Amable, el abuelo de José Alfredo, mi vecino, el hijo del guardagujas le da igual. Ha puesto
unos postes muy largos en la entrada del patio de coches de la estación y está haciendo con otros obreros unos
agujeros en la orilla de la carretera. Ya hay alguno de pie, llega al cielo, y
muy arriba tiene otro palo más corto, atravesado. El señor Amable, trabaja en
no sé qué de la luz, es el capataz, como papá, pero es más viejo. Es muy
grande, muy alto, parece un gigante. Me
gusta su gorra, la he visto en los dibujos de la enciclopedia de segundo grado.
Casi todos los postes,
tienen ya muchos clavos largos que les atraviesan, son para sujetarse los
obreros cuando suben, pero también llevan correas. Cuando deja de nevar
nosotros no necesitamos correas para subirnos. El que más arriba llega es el
mejor. Yo no subo muy alto, me da miedo, dicen mis amigos que se ve el pueblo
de Cañizo y la gasolinera. Son casi tan altos como el campanario. Ellos, mis
amigos, cuando están arriba, hacen competiciones a ver quién se tira desde más
arriba. Cesarín lleva una venda en un brazo.
Yo ya tengo bombillas
en mi casa, pero en las casas del pueblo que tienen paredes de pizarra y
tejados de paja tienen velas, faroles de aceite y candiles de carburo para ver
de noche.
Eran otros tiempos, habia muchas necesidades, escasez de alimentos, medicamentos y servicios, pero eso de los reyes magos, da una luz de esperanza en los niños, que aún creen en ellos. Muy bueno,. Un abrazo
ResponderEliminarQue bonito! Realismo vivencial canalizado en memoria.
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