lunes, 30 de marzo de 2020

MI PEQUEÑO ALTAVOZ II PARA QUE SE HAGA VIRAL JOSÉ MARIA GARRIDCO DE LA CRUZ

Ahora en los tiempos en que la comunicación se hace más necesaria que el confinamiento, compruebo el poder de llamada de las redes llamadas sociales y no entro todavía en valorar los contenidos, pero si es cierto su poder. Y me encuentro con que en muchas cadenas se echa en falta el apoyo de esa institución llamada iglesia católica, que no sale a los caminos, pero si no da trigo como dicen, pues es más difícil que predicar, ¿por qué al menos no suenan las campanas de la iglesia cada vez que se produce un alta médica del covi 19? Y es que, para alimentar la fe, y hacer desaparecer el anticlericalismo también se necesitan hechos. Heechos que todos estamos deseando ver. Me gustaría oír su clamor a cada instante. Deseo escuchar mañana muchas veces el repique de las campanas, no solo porque la institución se mueve, sino y sobre todo por las altas médicas eu ellos ginificarian.

EL ABUELO Un poema de JOSE MARIA GARRIDO DE LA CRUZ VESTIDOS POR LA NIEBLA LASTURA 2019

Era un día de niebla, el viejo sol de Castilla iluminaba su casa que era nueva. Su boina le tapaba la cabeza y no quería mirar al calendario por si la muerte venía sin avisar a recogerle. Había consumido su futuro, su pelo ya era blanco, las gafas necesarias. El periódico, las noticias ocultas de todos los vencidos las trampas en las cartas y la cárcel, los restos del hambre y la derrota. Incapaz de sucumbir ni siquiera ante la muerte que le iba siguiendo paso a paso, me contaba entre sus brazos historias más reales que los cuentos. Levantado el puño hacia la luna me hablaba de paseos sin despedida de disparos perdidos en la sombra de lágrimas que el tiempo haría olvidar. No habían pasado los días del luto y del recuerdo La gente iba de negro y escondida la gente no hablaba ni miraba. tenía el miedo en los sentidos. Era él, el abuelo, el luchador, el romántico invencible a pesar de la derrota que llevaba escondida en el alma la esperanza el que mostraba la luz de la coherencia en cada voz Para él, aún era otoño.   E

GLORIA para Gloria Lago Pérez A Gudiña en torno a los años 1960-68 por JOSE MARIA GARRIDO DELA CRUZ

Se alarga la sombra en la estación. Espero a que otro tren marque un tramo nuevo en mi camino. Las agujas del reloj van más despacio. O al menos a mí me lo parece. Me acerco más. Las miro fijamente. Es el mismo reloj, las mismas horas Ya no hay nadie sentado en esos bancos. También se ha ido el jefe de estación. A lo lejos el horizonte sigue allí. Son otros nombres. Se oye un pitido prolongado, que sale del túnel y viene hacia la luz. Me subo en el último vagón, tal vez para alargar un poco más el viaje o llegar mas tarde a mi destino. La vida empieza a andar, como el tren, al principio muy despacio. Luego el paisaje pasa sin darme apenas cuenta. En los vagones se mezcla la madera de roble y de castaño. Uno de los primeros viajeros que ha subido, Irwin Wallace, ataviado con abrigo, sombrero y pajarita negra, le entrega a su viejo amigo y compañero de viaje Edward Grieg su legado: el Premio Nóbel. Le coge de sorpresa. Pasadas varias estaciones, a través de la ventanilla medio abierta oigo su tañido lejano, y me pregunto: - ¿Por quien doblan las campanas? Acaban de subir otros viajeros José María Gironella, vestido con la cazadora de pana parda del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat, me responde: - Pregúnteselo. Es Robert Jordan, especialista en explosivos. Él conoce la respuesta. Vierte hacia mí una extraña mirada. Le reconozco, siento miedo y no le pregunto nada. En cada estación suben nuevos viajeros. En el suelo casi escondidas por los asientos diviso un par de sandalias sencillas. - Son de él - Me dice en voz baja Morris West, que ha subido hace ya un buen rato, señalando a su compañero de viaje, que escucha abstraído el tañido de la campana. - Es Cyril Dacota. He oído que acaba de ser nombrado Papa y tiene una difícil tarea por delante. Me doy cuenta de que han pasado ya muchas estaciones. Muy cerca de él, se ha sentado Christoph Gluck, quien me sonríe. Me reconoce. Sabe que he escuchado muchas veces su obra maestra, Don Juan. Como a él, me espera una mujer. Desde el asiento de atrás Héctor Berliotz y Henrietta Constance Smithson, contemplan enamorados, el paisaje. Tal vez se imaginen una Sinfonía Fantástica. Antonin Dvorak, sentado al lado de Rusalka, la hija del genio de las aguas, garabatea unas corcheas para su ópera. Le resulta fácil desde allí imaginarse la obertura. No le interrumpo. Música y palabras, creadores y creación, se entrelazan a través de los cristales. El tren sigue lleno. A ella no la reconozco, sólo guardo su nombre y un retazo de historia que escribimos juntos en mi infancia ya lejana. Gloria me espera en la penúltima estación. Tal vez lleve un libro entre las manos. Me hizo el mejor regalo de mi vida. La afición a la lectura, la vocación de escribir. El tren va perdiendo poco a poco velocidad, se acerca la penúltimo estacón. El tren se para. Bajo despacio. No llueve. La veo a lo lejos. Ya no es la adolescente que guardo en mi recuerdo. Es una mujer mayor. Parece estar protegida por una muralla de horas olvidadas, de libros apilados, como todos los días de su historia. ¿Estará escrito mi nombre en alguna de esas páginas? He comprado en la estación de origen un cuaderno y sus hojas se han vuelto amarillas a lo largo del viaje. No tienen ni un solo garabato. Todas ellas están impacientes por la tinta. Me acerco a la mujer y le pregunto: - ¿Por qué lloran los castaños? Ella sabe de qué hablo. No hacen falta más saludos. - Vamos - ¿Dónde me llevas? - Al paraíso de las letras, pero dime, ¿te ha servido para algo mi regalo? Sonrío. Ella conoce el cariño con el que lo conservo. - Claro, mira. - Y le enseño a todos mis amigos, que van bajando a saludarla. También los conoce a todos. El tren se aleja vacío. Cogidos de la mano como cuando era un niño, nos sentamos frente al puente para seguir leyendo. Entonces le enseño mi última obra publicada “Horizonte al noroeste”, y nuestras miradas se pierden en q aquella dirección.

domingo, 29 de marzo de 2020

atados al azar


IN MEMORIAM de DON LAUREANO PRIETO RODRIGUEZ POR JOSÉ MARÍA GARRIDO DE LA CRUZ

Picado por la curiosidade ha buscado en las redes, información sobre mi premer amestro en A Gudiña allá por el principio de los años sesenta. Llegamos el 1 de marzo de 1959 y el insigne profesor y maestro, Don Lauréano Prieto Rodríguez, vétaa elegante trae, gabardina con el galón negro de recordo de su esposa, y sombrero, y daba clase a los mayores, en la escuela que estaba frente a la casa tipica que parec e en A gudiña que era de la señora Manuela, y que estaba antes de llegar a la plaza de la plaza en la que Basilio el canteiro hiciera una fuente de tres caños con un pilon para que bebieran las vacas. DON LAUREANO PRIETO RODRIGUEZ a quuien se erigió una estatua en A gudiña como digno recuerdo, resulta que en internet y en el google, resulta que en la Wikipedia NO FIGURA COMO MAESTRO, QUE LO FUE, EN A GUDIÑA Y DE QUIEN YO AGFORTUNADAMENTE FUI ALUMNO. ME GUSTARIA QUELO CORRIGIERAN A BENEFICIO DEL PUEBLO.

jueves, 26 de marzo de 2020

HELA LA DIOSA CELTA

Juan Biturvo cumplía diez años. Aún no había amanecido. A través de la ventana de su cuarto se dio cuenta de que un cielo oscurísimo, más que negro escondía la calle. No se veía el mar y el rugir de las olas era atronador. Durante toda la noche, el tamborileo de la lluvia en los cristales, no le había dejado dormir. No recordaba que hubiese llovido tanto antes. Su madre, antes de marcharse le había dejado puesto un despertador con música frente al pequeño belén sobre el que destacaban los tres reyes magos. Esa mañana la música era distinta. Le hizo daño en los oídos. Sobre el arcón en el que guardaba la escasa ropa limpia y los cuchillos, estaba su regalo de cumpleaños. Por las tardes de otoño, cuando hacía sol, se adentraba en el bosque de castaños y con los cuchillos hacia flautas de madera de castaño, con las que llamaba a las bestias de la selva buscando su protección. Aquel lobo gigantesco y negro, distinguía los sonidos de su llamada. Hacía tiempo que le conocía y le había bautizado con el nombre de Hela, como el lobo protector del cuento de su abuelo. Juan Biturvo observó otra vez con los ojos muy abiertos, el regalo de cumpleaños. El reptil se movía despacio sobre la hojalata roja del arcón y esta, respondía con el chillido penetrante de una rata. La rata, la lluvia, las olas, el regalo, el despertador, todo formaba una música extraña. Juan Biturvo gritó. Sus voces no los oyó nadie. El regalo que era de madera articulada, se arrastraba despacio como un reptil sobre la superficie fría del arcón. Un violento relámpago permitió al pequeño ver, como aquel monstruo saltaba hasta el suelo. No se había roto ningún hueso, ningún añilo. Ahora siseaba como una serpiente. Juan Biturvo saltó a la cama. Bajo la almohada guardaba una de sus flautas favoritas. La tocó violentamente. Los ojos del reptil buscaron los del pequeño que no dejaba de tocar. Juan pegado a la ventana sintió su frio. A la luz de otro relámpago, con la flauta rompió el cristal violentamente. El muñeco articulado de madera se levantó. Era un hombre un anciano conocido. Dejó de llover. El reptil se detuvo. La sombra de Hela, frente a la ventana, hizo que esta se volviera aún más negra y los últimos anillos del reptil se dilataron. Se volvieron pies, con tobillos gruesos y dedos largos. Las piernas, el tronco, los brazos. se interpuso entre Juan y lo que quedaba del reptil y derribó a los reyes magos del belén. Ya no era un reptil. Desde el despertador se oye un villancico. El pequeño Juan, dejo la flauta sobre la cama y se echó a llorar. Hela se tumbó en el suelo. - ¡Abuelo!  

miércoles, 25 de marzo de 2020

LA RESURRECCIÓN DE MI BLOG ATADPS AL AZAR JOSÉ MARÍA GARRIDO

Estábamos atados al azar, de forma natural sujetos a las corrientes imprevisibles de la vida y sin esperarlo vino un virus y nos obligó a escondernos. Así ocultos hemos estado una larga cuarentena de muchas horas, de muchos días sin poder salir a la luz, hasta que se hizo el milagro. Fue la perseverancia. Teletrabajando ella logró q lo que, para mí, para el autor resulta imposible, resucitar como el ave fénix, y tener la posibilidad de reunirme con todos los que esperan fuera. Gracias a ella, a la informática. Sabe quién es. Solo me queda hacerlo bien a juicio ajeno y encontrar seguidores. Espero sobre todo a los que dicen ser mis amigos de fe, a los que no conozco, pero ellos a través de este blog pueden llegar a conocerme.

LA HERENCIA JOSÉ MARÍA GARRIDO Publicada en e la antología del X aniversario de Escritores en Red 2017; Pag. 73

mi abuelo aprendí a leer desde bien pequeño. Pronto empezaron a gustarme los libros de ciencia. Cuando él murió en 1.960, llevaba colgado al cuello un crucifijo de plata. Lo recuperé tras abrir el testamento; me lo cedió y lo guardé en una caja de madera de nogal, con mucho mimo. Una y otra vez, la noche vuelve a atraparme a través de las ventanas de mi laboratorio. Frente a la mesa una potente cámara de video capta cualquier movimiento que se produzca en torno a la elipsoide translúcida y sicorgánica de acetato de polivinilo. He tardado cinco años en construirla. Si como defendían los alquimistas del renacimiento, la vida que nacía en oriente se acababa en occidente, mi ingenio, “el sicómetro de Adino Aviráz”, el judío alquimista que me la inspiró debe de girar de forma estricta, acompasada, en sentido contrario a las agujas del reloj, para regresar a la vida y quedar sujeta únicamente a las vibraciones del azar. Ocho mil setecientas sesenta y seis vueltas al año. Una a cada hora. Es exacto, como un reloj de sol, las va sumando una a una. Dentro un vibrómetro tipo PCE-S 40, de alta fiabilidad, un oscilógrafo de rayos catódicos de Philipp Lenard, y un potente micrófono conectados ambos, vía on-line a un ordenador Me gusta trabajar en la oscuridad. Por eso he colocado su joya en el extremo más occidental de la estancia, cinco minutos antes de las doce de la noche. Yo no soy supersticioso. La impaciencia me hace sudar. Mañana es el aniversario de la desaparición de mi abuelo. Está a punto de comenzar el día. Frio. Un frio extraño. Me quedo paralizado. El S 40 se sobresalta Respiro. Es el estruendo de un trueno. Apenas he percibido el resplandor del rayo. Un alarido metálico. Un silencio sobrecogedor. La lluvia repiquetea en los cristales. Otro rayo, esta vez más fuerte. Los aparatos se vuelven locos. El sudor me inunda el rostro. Intento observar la pantalla del ordenador. Líneas continuas y confusas, como una sierra, rasgan mi tranquilidad y mis nervios. Sobre la pared más próxima al poniente aparecen lentamente unas manchas de tonalidad rojiza, luego amarilla, y por fin ocre. Son piezas de un puzle que se va armando despacio, muy despacio. Primero los pies… No puedo moverme. Las piernas me duelen. El cuerpo frio. Los brazos rígidos. La cabeza cubierta por su gorra negra de siempre, mirándome. Todo se mueve. El sicómetro registra una vertiginosa actividad. Truenos. Más rayos, y yo paralizado, no sé si estoy vivo o muerto. Recuerdo el artículo de la revista de divulgación científica Modern Mechanix, titulado “El secreto de Edison”. El inventor de la bombilla eléctrica, estuvo más de diez años, trabajando sobre su “máquina para hablar con los muertos” Es él. Me mira fijamente. Parece que quiere hablar. La tormenta amaina por momentos. El crucifijo sigue oscilando acompasadamente al ritmo del sicómetro. Desde los altavoces del ordenador, solo se oye una palabra nítida. - ¡Ven! No recuerdo más que el golpe seco de mi cuerpo contra el suelo. Todavía no he podido volver al laboratorio. El sicómetro debe de seguir funcionando.

martes, 24 de marzo de 2020

MI PEQUEÑO ALTAVOZ PARA QUE SE HAGA VIRAL


POR JOSÉ MARÍA GARRIDO DE LA CRUZ

 Estamos en tiempos de crisis, yo diría que es una extraña guerra, que nos obliga a un confinamiento prolongado. Los sabios sostienen que de todo se aprende.

Esta guerra ha propiciado la comunicación, la solidaridad, la colaboración y la creatividad. Cuatro cañones que disparan esperanza y acercan la victoria.

El campo de batalla no es estéril. Se ha disparado el ingenio. Dejemos que su calor nos alimente después de la victoria, que todas las iniciativas socioculturales que se han puesto en macha que continúen su ruta, que no se destruyan porque vamos a quedar muchos malheridos en esta contienda, y estas iniciativas son una excelente medicina para la reconstrucción y el progreso. No es necesaria la destrucción de las defensas.





1ª CARTA A UN PRESO, QUE PODRÍA SER EL NIS 20130123**, EN EL DECIMO DIA DE MI RECLUSION



Estimado amigo.


Me pides que le escriba una carta a un preso, que estos días están muy solos, más  aún que de costumbre;  a un personaje desconocido, con su vida, su historia y su futuro. No voy a hacer juicios de valor sobre su conducta, pera eso ya están jueces y fiscales; solo voy a escribir, que es ahora lo mío.
A mí, precisamente a mí por eso encabezo la misiva con un nos. ¿Sabe lo que es, ¿verdad?  Yo también. Pero me guardo las cuatro últimas cifras a para un encuentro personal, mas productivo.
A mí, precisamente a mí que conozco el dolor de esas puertas tan cerradas. A mí que he cerrado ventanas, que he abierto puertas. A mí que he cumplido una condena de más de treinta años, que he sufrido el placer de la libertad, o que he gozado el dolor de una vergüenza.
A mí me pides que escriba a un desconocido.  ¿Por qué, si los conozco? 
Tal vez habría que empezar por el principio, por estas dos palabras.
Estimado amigo
¿Es que acaso yo te estimo? ¿Acaso te conozco? ¿Acaso eres mi amigo? ¿Acaso estoy de acuerdo con tus actos? ¿Acaso alguna vez te arrepentiste de tus actos?
Tantas dudas oscurecen el sentido de estas letras.
Pero es una provocación que acepto. 
Permíteme ahora que estamos todos confinados, que deje volar a la fantasía y la imaginación sobre las rejas. 
Puedo empezar por el recuento. No sé cuántos hice, a cuantos conocí y cuantos me recuerdan. Tampoco sé cuántos desean olvidarme. Pero eso a ti, creo que te da igual. hora que son años nuevos, en los que algunos llevan uniformes azules de vendedores de sueños.  Recuerdo que antes, el turuta tocaba la trompeta y todos os poníais en la puerta de la celda. Pese a los saludos cordiales y recíprocos, olía a horas perdidas, a días que no son buenos y calendarios rotos. Ese aroma no ha cambiado. Lo llevo muy dentro. Es una fragancia que provoca sueños de libertad.
Te provoca sueños a ti, que tienes delante los muros de un patio de cemento, o que pisas en el patio sobre las huellas de los colegas que te enseñaron a ser malo. Y te imaginas enamorado de una asesina rubia que canta en el módulo de al lado, o de aquella preciosa traficante que se tiró de la terraza de su casa para evitar la detención y ahora recita versos antes del ultimo recuento. Y te sientes libre y te escondes Enel rincón del comedor para seguir su vuelo.  Y cuando el guardia te despierta de ese sueño, le muestras la foto de tu hijo, que ya tiene cuatro años y le dices que tu mujer te dejó por otro al dia siguiente de tu ingreso. Y calla el guardia porque no puede hacer nada.  Los dos estáis cerrados pisando el mismo suelo, pero no es el mismo encierro.
Lo siento, de mi pluma no sale hoy tinta alegre No se si alguna vez a te has arrepentido de tus hechos. La duda me asalta, la desconfianza me corroe, como podrían atacar a cualquier otro que no te conozca, pero yo me he atrevido a mandarte estas letras, creo que es un paso. Créeme un paso muy difícil.

Me gustaría recibir alguna respuesta tuyaºº+



Saludos.

domingo, 8 de marzo de 2020

INSPIRADAS EN LA MITOLOGIA CELTA OTRA FORMA DE ACERCARSE AL ARTE



mE GUSTARIA VEROS POR ALLÍ
SI  FORMAIS GRUPOS AVISADMIE
MES DED ABRIL DE


1.                   FUTURO




Esta pieza, QUE NADA TIENE QUE VER CON LA MITOLOGIA,PERO SI CON LOS MATERIALES Y LA  FILOSOFIA DEL PROYECTO,  a lo largo del proceso de su nacimiento, verano de 2019, ha tenido varias propuestas de bautizo, “antítesis”, pues la naturaleza no resiste al acero, de ahí el deterioro de sus bordes,” Paradoja”, pues no puede nacer vida desde el  acero… y sabemos que el progreso conduce al deterioro… pero es el futuro que nos queda.





sábado, 7 de marzo de 2020

ZAPATOS DE CHAROL DE CHELO SANTABÁRBARA POR JOSÉ MARÍA GARRIDO DE LA CRUZ 6 de marzo de 2020




Así, en plena penumbra, en una tarde de marzo que pasará a la historia porque Chelo Santabárbara estrenó sus “Zapatos de charol”  - en  el entorno cultural de la Biblioteca Eugenio Trías de Madrid,  editado por “Visión Libros” -, mostrándolos aquí nuevos y relucientes como sus poemas,  precedidos  de una presentación  en la que   el  escritor y poeta Carlos Doñamayor hizo una glosa  intimista, con sutiles pinceladas que nos tentaban a ponernos  esos zapatos de charol, quizás robándole los versos a la autora, ya sin su permiso,  porque como ella misma dice, en el pórtico de la primera parte, “no hay nada de lo que vi cuando miraba al futuro”  Tal vez una mirada  esperanzada.
Quizás el desencanto del presente. Pero basta solo un paso, para que nazca la ilusión, porque “cuando todo se dé la vuelta habrá equilibrio”, y también sabe que “la gota que colma el vaso es una lágrima”.  A  pesar de todo, nos dice que “dejar de vivir, solo, es una pérdida de tiempo.”  Y después de este paseo por sus estrofas con sus zapatos de charol hemos aprendido que antes de dejar de vivir, bien vale la pena disfrutar de la paz que transmiten estos versos.






jueves, 5 de marzo de 2020

EXPOSICIÓN DE ESCULTURA EN EL CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO LA PRENSA, MADRID


En-papel-Arte”



Exposición de treinta piezas hechas en papel y materiales reciclados.



JOS´R MARIA GARRIDO DE LA CRUZ

INSPIRADA EN LA MITOLOGIA CELTA



CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO LA PRENSA MADRID 
CALLE ALISEDA 4
DEL 1 AL 23 DE ABRIL 2020

EL POEDER DE ERA


Y volvemos sin remedio al simbolismo. En esta pieza, se hace presente el pensamiento y la cabeza del hombre sobre la mano de un dios sin nombre, inventado por él mismo a su imagen y semejanza incapaz de responder a todas sus preguntas. Cualquier movimiento de sus dedos puede romper el equilibrio, tal vez la vida y es que estamos en sus manos, aunque a veces no queramos. Es esa fe, tan necesaria y tan inútil, que a veces se tambalea y a veces, falso es, pensamos que no existe.
Ella, la bella Era nos crea y nos une como hermanos y nos excomulga y nos mata por traidores, reduciéndonos a ceniza, mientras nos promete la vida.
A partir de aquí el futuro es impredecible. Todo son conjeturas, interrogantes. 

lunes, 2 de marzo de 2020

QUINCE HISTORIAS Y UN PIANO JOSE RUIZ ESPACIO RONDA 29 DE FEBRERO 2020 Por JOSÉ MARÍA GARRIDO



      Esta tarde el escenario del teatro Espacio Ronda de Madrid, se vuelve arte, en esas horas para el recuerdo, con las voces que se encuentran. Y pasado el espectáculo ya al margen de los nervios, frente al magnífico piano de cola, sentidas y aplaudidas las “Quince historias", - de personas anónimas, de personas del barrio, remarca José Ruiz -, tras la magia de la música, empieza el encuentro y le pregunto al protagonista, si él pisa la música para que no se le escape, o baila con el piano mientras deleita a un auditorio que llena la sala al completo. Me mira, y no me sabe responder. Fotógrafo, Profesor de piano y fotografía. Músico, artista en suma, contempla el presente y el futuro a través de las corcheas y de un teleobjetivo, perfecto para enfocar las relaciones humanas, desde una perspectiva empática.  Mientras actúa, trabaja incansable, y asi consigue estimular a la juventud y que la cultura se propague.