domingo, 25 de noviembre de 2018

LA NOCHE DE 12 AÑOS CINE


Por JOSÉ MARÍA GARRIDO


El tiempo y el viaje se detienen en esta cinta, a ritmo de la banda sonora de Federico Jusid, y solo se reanuda a golpe de resistencia frente a la tortura, que el uruguayo  Álvaro Brechner maneja con extremada delicadeza, en este relato de la realidad histórica vivida durante la dictadura militar de Jorge Alejandro Pacheco Areco a partir de 1973, por tres de los hombres más reconocidos del Uruguay del pasado siglo: José Mujica, ex presidente de Uruguay, Eleuterio Fernández Huidobro, ex ministro de Defensa, y el periodista y escritor Mauricio Rosencof, en los difíciles momentos de las “medidas prontas de seguridad”. 

Frente a ellas,  Antonio de la Torre, Chino Darín y Alfonso Tort, nos muestran en estas dos horas de buen cine, una visión positiva y esperanzadora a base de las estrategias que la inteligencia desarrolla para sobrevivir y los refuerzos que ejercen las mujeres de la resistencia, porque cuando a la coherencia no se la puede matar, lo único que queda es volver locos a los inteligentes. “Estos tipos no pueden hablar con nadie y nadie puede hablar con ellos”.  “Porque ustedes ya no son presos, son rehenes”. Pero no siempre se consigue. 
Desde nuestro blog "atados al azar" animamos a los amigos del cine y a los que aún no lo son,  a que se acerquen a las pantallas,  para disfrutar  de las  buenas  producciones que se están haciendo ahora en español.














lunes, 19 de noviembre de 2018

MI OBRA MAESTRA CINE






Es esta una nueva cinta, estrenada el 16 de agosto de este año y galardonada con el premio del público en la 63ª Semana de Cine de Valladolid, magistralmente interpretada por Renzo,  (Luis Brandoni), un pintor excéntrico y fiel a sí mismo, Arturo (Guillermo Francella), galerista de éxito, junto con Dudú (interpretada por  la ex modelo Andrea Frigerio), dueña de una galería de arte con proyeción internacional, junto con Alex,  (Raúl Arévalo), so único alumno dirigidos todos ellos por el argentino Andrés Duprat, autor entre otras de “Ciudadano ilustre”, que habría que envolver cuidadosamente entre interrogantes. Porque ¿Cuál es realmente la obra maestra? ¿la ironía, la crítica, las sugerentes imágenes, los detalles visuales, el guión? 
¿Tal vez sea ese paisaje que ya está pintado de las  montañas, ese certero disparo con el que firma su cuadro favorito o el dibujo de la amistad sincera?  Si nos preguntásemos que es el arte: Renzo nos diría que es “algo absolutamente inútil que no interesa a nadie.” 
 En suma, cien minutos de buen cine arropados por la banda sonora de los hermanos Alejandro y Emilio Kauderer, a través de los que se nos permite acercarnos a la vida de un artista.

sábado, 17 de noviembre de 2018

DESNUDEZ DEL HILO ANA GALÁN VIGO EDITORIAL LASTURA 2018 Por José María Garrido





        En esta tarde de otoño y lluvia, los versos de Ana Galán Vigo se reflejan como hilos en su telar, en cinco tonalidades, como si de un pentagrama se tratase.  De lino granate, de lana roja, de yute negro, de angora azul, y de algodón encarnado, a la luz de las oberturas poéticas que Montse Morate y Francisco Caro le brindan, dejan al descubierto la esencia de la autora, la historia y los motivos de estas letras que la Editorial Lastura nos ofrece.

 
La biblioteca municipal Eugenio Trías a la que hay que agradecer su acogida, hoy vuelve a hacer pleno y podría si ese fuese su estilo haber colgado en la puerta de una sala que se quedó pequeña, el cartel de no hay billetes, y es que además de mostrar sus habilidades poéticas, Ana, que recientemente ha sido galardonada con el XVI Premio de Poesía del Círculo de Bellas Artes de Madrid, nos sorprende con su prodigiosa memoria y su magistral didáctica a la hora  de conducir el acto de manera que el tiempo se detiene y se dilata el gozo, al  percibir que  con  los  hilos de su trabajo está edificando un atmósfera de  sosiego y equilibrio.


Y si ya nos atrapa con la fotografía de la portada del libro, de la propia autora, vuelve a sorprender al final del acto, - porque Ana es detallista en la palabra y en los hechos - con un regalo en forma de cuaderno en blanco, porque sabe, que muchos de los asistentes, sienten como ella, la necesidad y el placer de la escritura, para que unos aprendamos y los otros nos sigan enseñando este noble oficio.

martes, 13 de noviembre de 2018

ELPEINE DE MI COMETA POR JOSÉ MARÍA GARRIDO



-     Papá ¿hoy es mi cumpleaños? 
-     Sí. También es el de un gran escritor. ¿Lo sabias? Jose Javier Aleixandre, cumple hoy treinta y nueve años. Es como yo.
-     ¿Y ese también escribe cuentos?
-     Claro.
-     ¿Entonces me comprarás dos?
-     Vale.
-     No, mejor tres.
-     Bueno, porque es tu cumpleaños, pero no me pidas más.
-     Pero entonces a quién vamos a ver, ¿al de los cuentos o al del cumpleaños?
-     Agárrate fuerte que viene una curva. Este tranvía ya está un poco viejo y hay que tener cuidado. El escritor de cuentos está ahí en el café Pombo, en el número 4 de esa calle.
-     ¿Cómo se llama esa calle?
-     Calle de Carretas.
-     Yo quiero chocolate.
-     Sí, con churros
-     ¡Vale!
-     Cuidado al bajar. Dame la mano.  - me dice papá -, ¿Y que le vas a decir al escritor?
-     Que cómo se llama.
-     ¿Y qué más?
-     Que me dé tres cuentos suyos. ¿Por qué te Ries?
-     Por nada. Vamos, que seguro que ya está allí.
-     ¿Habrá más niños?
 -    No creo.
-     Mejor, así tendrá más cuentos.  Oye, y ese señor, ¿qué hace ahí sentado en la puerta?
-     Es el limpiabotas, les saca brillo a los zapatos de los señores.
-     ¿Como tú haces con mis botas los sábados por la tarde?
-     Ten cuidado con la escalera.  Los escritores están abajo.
-     ¿Cómo se llama?
-     Don Ramón.
-     ¿Y qué más?
-     Gómez de la Serna, es muy famoso.
-     ¿Para qué hay tantos espejos?
-     ¿Qué diría la abuela de caperucita?
-     Pues para verte mejor.
-     Pues para eso. Mira, están ahí.
-     ¿Y quién es el de los cuentos?
-     Buenos días, Don Ramón, aquí le traigo a mi hijo, empeñado en ser escritor.
-     ¿Señor, - le dije con aquella voz   infantil  que aún resuena en mis  oídos -,    cómo se escribe un cuento?

Y don Ramón se me quedó mirando

-     ¿Por qué me miras así? – le pregunté muy serio al escritor-, 
-     Primero te inventas una frase, luego sigues, mira: “El cometa es una estrella a la que se le ha deshecho el moño.”
-     ¿Los cometas tienen moño como la abuela? Entonces tendré que comprarme un peine muy grande.  – Yo estaba dispuesto a saberlo todo - ¿También tienen zapatos? Entones le diré al limpiabotas de la puerta que me enseñe.  ¿Y ese señor, por qué me mira?
-     Es don Tomás, el periodista, a lo mejor te saca en los periódicos.
 -    “La letra b es un caracol que sube la pared”
-     Claro, papá, mira cómo sube, - le digo mientras tuerzo la cabeza -,   pero le faltan los cuernos. 
-     Es que aquí no hace sol.
-     ¡mira papá¡ ¡Limpiabotas tiene la b! ¡Y bicicleta y balón y betún para las botas!
-     Creo amigo, - le dice a papá muy serio -, que llegará a ser buen escritor.
-     Vamos papá, tenemos que comprar betún  para las botas y el peine muy grande para el cometa. 
-     ¿Pero no querías chocolate?
-     No ya no tengo hambre.

Y en aquellos espejos del café Pombo, mientras regresábamos a casa, se quedaron grabadas, como fotos antiguas, todas las frases y todas las miradas de aquellos señores, Don Javier o Don Ramón, que sabían escribir cuentos.

El sol brilla sobre unas páginas en blanco que imagino, y mientras caminamos se van cubriendo con unas finas líneas de tinta semejantes a la huella de un caracol.

Ya no pasan los tranvías, seguro que están ahora con Don Ramón  y con mi padre.






lunes, 12 de noviembre de 2018

TAL VEZ COMO TUS MANOS, POR JOSÉ MARÍA GARRIDO

A Fermín Fernandez Belloso.


Se está quedando fría la cerveza
tal vez como tus manos,
como la tinta de tu pluma
escondida en el recuerdo


Porque ese idioma en el que hablas 
no quiero entenderlo todavía 
porque esa letra no es tu letra
no es la letra dorada de tus uvas


Me la debes,
aunque quiero que me esperes 
mucho tiempo
mientras crecen despacio tus olivos



Me la debes
para que se me olvide la distancia
que nos une
para cerrar el brindis de locura
y seguir tu senda 
sin prisa y sin remedio


domingo, 11 de noviembre de 2018

JAVIER LOSTALÉ EN LA “TERTULIA POÉTICA DESVÁN “, DE TORREJÓN


11 de noviembre de 2018








Nos sorprende y con agrado la evolución de esta tertulia poetica que avanza como una hormiga, audaz y sin descanso. No es preciso someterla a evaluación, pero si es cierto que, empieza a ser necesario tenerla en cuenta en los círculos literarios y poéticos del Madrid de nuestros días.

Hoy nos ha brindado la magnífica oportunidad de compartir papel y esencia con el poeta Javier Lostalé, (Madrid, 1942), conocido ampliamente como divulgador de la cultura a través de radio uno, con programas como “La estacion azul”, “El ojo crítico” o “Documentos”, en los que, sigue derramando sus conocimientos con agilidad lingüística, con la habilidad didáctica de un comunicador excepcional. Pero hoy se acerca a nosotros como poeta. Y nos dirá, en un momento sublime de la tarde, como muestra de su obra, queQuien ama, cruza la frontera, con un único paisaje dentro, quien ama dobla la velocidad de su pensamiento para que alguien respire a través del pulmón de su memoria.

Y se nos quedan debajo del tintero, escondidos detrás de los deseos, poemarios como “el mar y la noche”,” la rosa inclinada”, o “el espejo del amor y de la muerte”, con los que esperamos que venga a deleitarnos otra tarde a nuestro particular Desván de Torrejón y desde el que agradecemos sinceramente su presencia.



Desde nuestro blog “atados al azar” agradecemos iniciativas como esta, que contribuyen a la difusión de la cultura, y a los artistas, que gracias a ellos podemos conocerla y disfrutarla.





JOSÉ MARÍA GARRIDO






jueves, 8 de noviembre de 2018

MI PEQUEÑO JARDÍN




En mi pequeño jardín ha nacido un pimiento. Es rojo y me saca los colores, fuerte y quiere me cuide.  Rugoso igual que mis arrugas, crece, le envidio y me siento diminuto.  Le riego con la lluvia de la luna y las palabras y él se da la vuelta para verme. Todos los días le acaricio con mi aliento de lluvia o de sequía y siento como vence a todas horas al otoño, como el niño roble, que crece cerca, son esos amigos que me dan vida, aunque aún no me den sombra.
A veces, escarbo en mis raíces, que son las suyas y le pongo tierra nueva, recuerdos como espejos abonados de otras vidas, que se enredan en sus ramas, que son también mis ramas.  Otras veces me gastan una broma, mientras juegan a parar las agujas de mi reloj de bolsillo, regalo de mis reyes magos. Ahora esos dos magos están en una caja de madera labrada con mis manos, con mi cuchara y mi tenedor, ya jubilados, tal vez sentados conversando sobre el tiempo que no pasa. Yo sé dónde están y no los veo, pero siento a su lado mi pequeño jardín que vive; y no lo oigo, pero ellos, mis árboles, mis magos, mis espejos, sus ramas y sus frutos no dejan de susurrarme palabras que no entiendo.  Empezaré a estudiar su idioma.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

VASILI AJMÁTOV EL ESCRITOR IMPOSIBLE



Vasili Ajmátov vive en un caserón grande, frío, desangelado, a mitad del camino del cementerio. Nadie sabe los años que tiene, ni a  qué se dedica. Lleva un pequeño espejo redondo a todas partes y cuando nadie le ve, le lanza furtivas miradas.


-       ¿Soy yo? - se pregunta -, Imposible. No soy escritor. Ojalá lo fuese.


La imagen que le devuelve es siempre la misma, le recuerda al  rostro de Kafka tanto en las noches de plenilunio como en las tardes de tormenta. Un rostro, solitario y taciturno.

Nadie viene a verle desde hace años. por eso pasa las tardes dando largos paseos por el camino del desfiladero, donde los peros dejan caer sus extraños y amargos frutos en otoño. Va acompañado de su cuchillo de monte. Su hoja tiene  desde hace tiempo un color arrebol y le gusta utilizarlo despacio, con cierta parsimonia, sobre todo cuando ya no grita.  

La última vez, tuvo que limpiar el mango como un carnicero. Recuerda aquellos siete memorables minutos de placer, después de trazar en su piel un mapa con coordenadas imprecisas como sus propias arrugas.
Han pasado tantos años… se acerca, no le ve, no grita. 
Tiene una altura considerable y viste un traje marrón combinado con el verde. 
Sigiloso, se acerca un poco más. Su brazo siente la ternura mientras acaricia su tronco. Sus dedos siguen levemente las arrugas de su traje.  Es valiente, no se mueve. Está seguro de que aprecia el latido de su piel. Su mano se va al cinto.

Acerca la punta a sus arrugas, solo tiene que apretar un poco más. 
Está solo. Se empina para perfilar su obra sin perder el equilibrio.
¡El espejo!

Al caer se golpea con una piedra, pero no se rompe. No puede evitarlo, sus ojos se van hacia su espejo. Un monstruo. Aprieta, no grita, mueve su mano con delicadeza, hasta que su corazón se desploma.

Es grande como mi puño.

En el vacío que deja, escribe su nombre. Nunca la olvidaré.




sábado, 3 de noviembre de 2018

MOMENTO DE INSPIRACIÓN




UNA FUENTE: JUAN CARLOS MESTRE

UN LUGAR IMAGINARIO EL MUSEO DE  LA CLASE OBRERA

POR JOSÉ MARÍA GARRIDO

30-10-18


Debía estar cargado de alcohol cuando llegaba esa hora suprema. 
Recuerdo vagamente que aquel escritor castellano, famoso por su verso y por su prosa, al que admiraba tanto, nunca se detuvo junto a mí mientras yo, sentado en la puerta de la taberna pasaba las mejores horas de la madrugada, saboreando la conversación con aquel animal más inteligente que yo, llamado perro. Ya estaba disfrutando del olvido del autor mientras él me hablaba de la esquizofrenia de los ángeles que entraban y salían de la taberna, todos con su minifalda roja. ¿Todos, o eran todas? 
Cuando empezaron a caer las primeras gotas, se formó frente a la puerta, una procesión de astros con cartera bien repleta y vida de soltero, se abrieron paso a codazos en busca de las minifaldas de los ángeles.  Yo como el perro, tenía un buen olfato y me chiflaba el aroma a canela, aunque no había ninguno que oliera a honestidad. El local se quedó vacío, todas se esfumaron a bordo de sus escobas.
El perro, que no era mío, - ¡Ya quisiera yo! -, se fue despidiendo con una sonrisa antológica, mientras se iban cabizbajos y desplumados, bailando bajo la lluvia. Y una vez solos, el escritor se acercó a nosotros y me miró. Mi autoestima subió como la espuma, Yo sabía que tenía nombre de rey, pero le pregunté por romper el hielo, o para evadirme a manotazos del sopor que bañaba mi entendimiento;

¿Cómo se llama usted?
Me gustaría volver a verle.

Entre tanto, escribo relatos a girones, sin copiar a nadie, o dibujo en el papel frases que quieren ser poemas sin fuerza ni sentido. A veces solo pienso mientras parece que duerno. O tal vez sueñe con alguna vagoneta aparcada en la esquina de la calle, que escapa divertida a las miradas de todos los curiosos.
La taberna cerró por desfalco. Ahora, en mis noches de insomnio me acerco al museo de la clase obrera; su puerta me recuerda a la de aquella taberna, esperando ver entre lo oscuro, a un perro más inteligente que yo, que me haga compañía, o a un rinoceronte blanco que espante a los astros sin corona, mientras recita versos de aguardiente y se reviven los relojes desarmados. Pero en el fondo, a quien estoy esperando es al poeta. Gracias Juan Carlos, no tarde. 







La fotografía del 30 de abril de 1963 JOSÉ MARIA GARRIDO



Don Laureano Prieto, el maestro, de pelo blanco, rizado, se echa las manos a la cabeza. Está sentado frente a la estufa, en una silla de madera de castaño de esas que hay en el teleclub, tan viejas como él, mientras sus ojos se quedan fijos en la televisión en blanco y negro.
Con voz casi metálica, el locutor da la noticia bajo los acordes elegiacos de una canción de Rosalía de Castro.

“-…Buenas tardes, hoy treinta de abril de 1963, hemos conocido la noticia del fallecimiento del escritor orensano Don Vicente Martínez Risco…”

Don Laureano se levanta y va hacia la otra esquina donde una radio de válvulas está dando la misma noticia.

- “…Setenta y nueve años… 

¿Qué será ahora de Mari Carmen, su mujer? Mañana estaré con ella…

Hoy no ha llovido. En la calle los niños juegan, ajenos a la noticia.
Los mira por la ventana. 
A estos rapaces, nada les importa.
Aún recuerdo su mirada triste.
Pero yo estoy jugando con mi amigo.

                

                                          ***



Él, tiene la cara redonda y unos ojos buscadores de luz.

Le gusta correr por la carretera guiando una llanta de bicicleta con un gancho de hierro, haciendo un ruido infernal. Es el juego del aro.

A veces yo le sigo con otro igual, compitiendo, para ver cuál de los dos suena más fuerte.

Siento por él un cariño especial, imperecedero. Es más que mi amigo.

Años después descubro que aquella mirada, aquella cara tan redonda es propia de las personas que padecen síndrome de Down.

                             ***



Pasados cuarenta y siete años, la editorial Vitruvio, publica un libro titulado “Horizonte al noroeste”; en uno de sus capítulos se recuerda esta historia. 
Aquel rapaz, hoy escritor, no pudo olvidar nunca a Vicente Martínez Risco, a don Laureano Prieto, ni a su amigo el del aro, Jose Manuel Núñez Barreiros.