- Papá ¿hoy es mi cumpleaños?
- Sí. También es el de un gran escritor. ¿Lo
sabias? Jose Javier Aleixandre, cumple hoy treinta y nueve años. Es como yo.
- ¿Y ese también escribe cuentos?
- Claro.
- ¿Entonces me comprarás dos?
- Vale.
- No, mejor tres.
- Bueno, porque es tu cumpleaños, pero no me
pidas más.
- Pero entonces a quién vamos a ver,
¿al de los cuentos o al del cumpleaños?
- Agárrate fuerte que viene una curva. Este
tranvía ya está un poco viejo y hay que tener cuidado. El escritor de cuentos
está ahí en el café Pombo, en el número 4 de esa calle.
- ¿Cómo se llama esa calle?
- Calle de Carretas.
- Yo quiero chocolate.
- Sí, con churros
- ¡Vale!
- Cuidado al bajar. Dame la mano. - me dice papá -, ¿Y que le
vas a decir al escritor?
- Que cómo se llama.
- ¿Y qué más?
- Que me dé tres cuentos suyos. ¿Por qué te
Ries?
- Por nada. Vamos, que seguro que ya está
allí.
- ¿Habrá más niños?
- No
creo.
- Mejor, así tendrá más cuentos. Oye, y ese señor, ¿qué hace ahí sentado en la
puerta?
- Es el limpiabotas, les saca brillo a los
zapatos de los señores.
- ¿Como tú haces con mis botas los sábados
por la tarde?
- Ten cuidado con la escalera. Los escritores están abajo.
- ¿Cómo se llama?
- Don Ramón.
- ¿Y qué más?
- Gómez de la Serna, es muy famoso.
- ¿Para qué hay tantos espejos?
- ¿Qué diría la abuela de caperucita?
- Pues para verte mejor.
- Pues para eso. Mira, están ahí.
- ¿Y quién es el de los cuentos?
- Buenos días, Don Ramón, aquí le traigo a mi
hijo, empeñado en ser escritor.
- ¿Señor, - le dije con aquella voz infantil
que aún resuena en mis oídos
-, cómo se escribe un cuento?
Y don
Ramón se me quedó mirando
- ¿Por qué me miras así? – le pregunté muy
serio al escritor-,
- Primero te inventas una frase, luego
sigues, mira: “El cometa es una estrella
a la que se le ha deshecho el moño.”
- ¿Los cometas tienen moño como la abuela?
Entonces tendré que comprarme un peine muy grande. – Yo estaba dispuesto a saberlo todo -
¿También tienen zapatos? Entones le diré al limpiabotas de la puerta que me
enseñe. ¿Y ese señor, por qué me mira?
- Es
don Tomás, el periodista, a lo mejor te saca en los periódicos.
- “La letra b es un caracol que sube la pared”
- Claro,
papá, mira cómo sube, - le digo mientras tuerzo la cabeza -, pero le faltan los cuernos.
- Es que aquí no hace sol.
- ¡mira papá¡ ¡Limpiabotas tiene la b! ¡Y
bicicleta y balón y betún para las botas!
- Creo amigo, - le dice a papá muy serio -,
que llegará a ser buen escritor.
- Vamos papá, tenemos que comprar betún para las botas y el peine muy grande para el
cometa.
- ¿Pero no querías chocolate?
- No ya no tengo hambre.
Y en
aquellos espejos del café Pombo, mientras regresábamos a casa, se quedaron
grabadas, como fotos antiguas, todas las frases y todas las miradas de aquellos
señores, Don Javier o Don Ramón, que sabían escribir cuentos.
El sol
brilla sobre unas páginas en blanco que imagino, y mientras caminamos se van
cubriendo con unas finas líneas de tinta semejantes a la huella de un caracol.
Ya no
pasan los tranvías, seguro que están ahora con Don Ramón y con mi padre.
tengo dos dudas
ResponderEliminar1.- ¿Debe aparecer al menos en una pincelada, el narrador al principio?
2.- ¿Se puede alargar un poco más?