sábado, 3 de noviembre de 2018

La fotografía del 30 de abril de 1963 JOSÉ MARIA GARRIDO



Don Laureano Prieto, el maestro, de pelo blanco, rizado, se echa las manos a la cabeza. Está sentado frente a la estufa, en una silla de madera de castaño de esas que hay en el teleclub, tan viejas como él, mientras sus ojos se quedan fijos en la televisión en blanco y negro.
Con voz casi metálica, el locutor da la noticia bajo los acordes elegiacos de una canción de Rosalía de Castro.

“-…Buenas tardes, hoy treinta de abril de 1963, hemos conocido la noticia del fallecimiento del escritor orensano Don Vicente Martínez Risco…”

Don Laureano se levanta y va hacia la otra esquina donde una radio de válvulas está dando la misma noticia.

- “…Setenta y nueve años… 

¿Qué será ahora de Mari Carmen, su mujer? Mañana estaré con ella…

Hoy no ha llovido. En la calle los niños juegan, ajenos a la noticia.
Los mira por la ventana. 
A estos rapaces, nada les importa.
Aún recuerdo su mirada triste.
Pero yo estoy jugando con mi amigo.

                

                                          ***



Él, tiene la cara redonda y unos ojos buscadores de luz.

Le gusta correr por la carretera guiando una llanta de bicicleta con un gancho de hierro, haciendo un ruido infernal. Es el juego del aro.

A veces yo le sigo con otro igual, compitiendo, para ver cuál de los dos suena más fuerte.

Siento por él un cariño especial, imperecedero. Es más que mi amigo.

Años después descubro que aquella mirada, aquella cara tan redonda es propia de las personas que padecen síndrome de Down.

                             ***



Pasados cuarenta y siete años, la editorial Vitruvio, publica un libro titulado “Horizonte al noroeste”; en uno de sus capítulos se recuerda esta historia. 
Aquel rapaz, hoy escritor, no pudo olvidar nunca a Vicente Martínez Risco, a don Laureano Prieto, ni a su amigo el del aro, Jose Manuel Núñez Barreiros.

       

No hay comentarios:

Publicar un comentario