Acostumbraba a que cada dos días, me limpiasen los
zapatos. Me senté cómodamente.
- Por favor.
Vestía minifalda negra y blusa roja.
Sonreía.
Después volví con minifalda
roja y blusa negra. - Siéntese por favor
Aquel hombre sencillo que se
ganaba la vida limpiando zapatos. Me sentí afortunada con su sonrisa, por eso pensé en volver a casa, a cambiarme de zapatos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario