Nosvisita hoy una experimentada microrrelatista,, quien en su diario nos muestra las juellasdeotros, que posiblemente serán nuestra futura senda.
DIARIO DE UN CAMINANTE: relato
FOTO GOOGLE
“En cuanto nace la chispa de la vida dentro del
vientre de la madre, empezamos a construir la espiral de nuestra existencia,
creando círculos entrelazados que nos llevarán sin parar, de uno a otro, de
experiencia en experiencia, de aprendizaje en aprendizaje hasta el último
círculo que se cerrará con el último suspiro, en esta danza del tiempo y del
espacio”.
Hace muchos años –no sé cuántos pues los he
olvidado- me marché de casa dejando familia y amigos; como equipaje una maleta
llena de ilusiones, un libro en blanco y la certeza de que algún día los
renglones serían escritos en el agua, la arena y en mi alma. Mi único objetivo
era buscar respuestas a mi inconformismo interior que se revelaba cada día más
fuerte, alimentando mis ansías de búsqueda. Soñaba con viajar, volar, conocer
gente, libros, estaba sediento de conocimiento… Durante mis viajes, descubrí
personas maravillosas que me elevaban el alma y otras que la herían. Comprendí
que en la guerra de la vida siempre hay heridas desde el primer momento en que
ponemos los pies en nuestro camino: caídas, empujones, traiciones, mentiras,
manipulaciones; estas heridas son por golpes dados y recibidos.
Estos golpes me hicieron comprender que vivir de
espaldas a la vida produce sufrimiento que proviene de ese vacío de querer
caminar pero el confort puede más,
provocando una vida sombra y deficiente;
siendo “tibios” por no tomar decisiones, dejándonos arrastrar por otros,
viviendo una trampa mortal en nuestra vida. La decepción y la frustración que producen esas
situaciones que provocamos nos hieren el alma haciendo brotar ríos salados de los ojos porque una vida
vacía es una vida sin control, que nos arrastra con tal fuerza como un río
desbordado que todo arrasa hacia situaciones imprevisibles. No sabemos quiénes
somos, hablamos con otros nosotros mismos, con esa voz cargada de arrogancia,
interpretando mil papeles de comediantes pero ninguno de actor principal; nos
volvemos personas grises de corazón y nuestra vida se enreda como una madeja
tirada en el suelo, posponiendo para mañana el momento de desenredarla.
Vivir de frente es vivir conscientes de que
llevamos las riendas de nuestras vidas
porque somos sus artífices; tomamos decisiones que a veces nos llevan a
lanzarnos al vacío con coraje, fuerza y sabiduría; desplegando las alas para
observar desde lo alto y maravillarnos de la trama de los acontecimientos que
nos construyen y comprendemos que todo está interrelacionado. Muchas veces nos
hieren y herimos, rectificamos, perdonamos, así
aprendemos y crecemos realizando una obra de arte en nosotros mismos;
somos los actores principales de nuestra vida porque vivimos en el eterno
presente.
Después de muchos años de transitar por culturas
diferentes, por senderos polvorientos, de descansar en oasis, escalar montañas,
de internarme en las profundidades de la noche acompañado de sonidos que
emergían de mi corazón angustiado; de
pasear entre girasoles que bailaban al son de los rayos dorados y algún que
otro hada me regalaba una mirada llena de ternura, acariciándome el alma que se
zambullía en el azul infinito; comprendí que yo soy el camino; que lo que
buscaba lo había hallado hacía muchos años, al descubrir el canto de mi alma a
través de sonrisas, atardeceres, fragancias y paisajes que me saludaban cada día. Y, ese
descubrimiento me llevó a la felicidad,
al haber encontrado ese refugio interior en el corazón donde germina su flor
curando mis heridas.
Somos nuestro propio destino, tan lejano y cercano
al mismo tiempo. El viaje comienza y termina en nosotros porque somos el
camino. Mi último renglón se escribe en mi alma: “si sientes ese cosquilleo no
tengas miedo de lanzarte al camino que te llevará hasta el final del universo
en el eterno presente”.