En el parque de Santa
Clara
Portugalete se levantó bien
de mañana
para poner al pie de cada árbol
de aquel parque un poema
algo hermoso, unas líneas
pronto olvidadas,
Pero en su raíz quedó
escrito
y ahora se asoman cada noche
llegadas ya las sombras,
como las hadas de los
cuentos que regresan.
Ya no tienen hojas los
poemas,
les queda la palabra,
es mediodía y es su sombra
corta
les queda el largo recuerdo
de ese club de lectores
impasibles.
Y para regar su ánimo, y
para hacer amigos,
Cómplices Literarios,
los Escritores en Red
estuvieron allí,
solo para plantar un poema al pie de un
árbol,
y sembrar de ilusión el
horizonte.
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