EL JARDIN
En mi jardín
mientras soñaba
árboles
perennes, herederos de la sed
los colores
perfectos de la vida
Miré sus hojas
inquietas, inquietantes
todas tan
verdes y distintas
y
nacieron en mí nuevas preguntas
Y quise
ponerle nombres
como Haydn
hiciera con las bestias
En el placer,
había nombres para todos los dioses
en el olimpo
la sombra, la calma y la palabra.
en aquel
bosque que crecía
crecían paralelas las preguntas
Faltaba lo
prohibido, el árbol de la duda
El bautismo
poético, la danza.
Y me senté a
esperar la tentación segura.
Cronos me miró
y me dejo inmóvil.
Todo había
pasado en un instante,
y crecían, los
esclavos felices de la tierra
mientras yo lloraba buscando en el polvo mi
futuro,
no había duda.
La materia era
la misma, pero ellos aún más fuertes
Ya estaba allí
la envidia haciendo a la duda compañía.
Faltaban cinco
muertes, cinco notas musicales en la escala.
Todos saciaban
su sed en lo profundo
jugaba con las
horas muertas ya perdidas,
a alcanzar la
eternidad sin comprenderla
EL CIPRÉS
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Miré al ciprés
que en Silos
crece como un soneto
buscando luz
y me vi,
diminuto como un dios
reducido a
polvo, solo a polvo
Soñé al ciprés
silbido agudo
de la muerte,
puerta perdida
y sin retorno
y se alargó su
sombra
hasta
acariciarme su ceniza.
Miro al ciprés
y persigo su
silencio seductor
que grita como
un náufrago
a las puertas
del abismo.
Se inclina
ante mi ceguera
mientras llora
sueños heridos de sed
y despierto, y
me mira
callado y
quieto vestido de silencio y luz
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