Ante mí el teclado, provocando, con un solemne orden
establecido de antemano, y mis dedos, nerviosos, luchadores, para guardar en el
recuerdo una idea atacada por la amnesia.
Escribir
En la
Red
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En “la”.
Esa es la clave.
Imitar lo sublime de la música. Más ¿Cómo hacer
Oficio de gigantes, o de genios.
Multiplicando el dolor de la creación por siete notas.
Por cinco líneas del sublime pentagrama y ponerle voz al gozo.
Y ¿qué es la red?
Es el alma del ahora, también el arma, al fin sólo difieren en
una sola letra.
Algo invisible, intangible como la seda de la araña, que me
envuelve. Ojos que me adulan, me devuelven una cálida mirada, me atacan, o me ignoran.
Ojos al fin desconocidos.
Escribir en la red, una osadía.
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