JOSÉ MARÍA GARRIDO DE LA
CRUZ
, nació en Ávila en 1953, si bien, ha permanecido una gran parte de su juventud en la
Galicia profunda, Orense, donde estudia el Bachillerato, antes de la era
autonómica.
Discípulo
de Laureano Prieto, Xoaquin Lourenzo, Xesus Ferro Couselo, y de Ramón Otero
Pedrallo, conocidos puntales de la
Generación Nos. Pronto nace en él la afición por las letras.
Posteriormente
se licencia en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid.
Ha
recibido el XXI Premio de poesía SANTA TERESA
DE JESUS de la Diputación de
Ávila y ha publicado artículos y relatos en
distintas revistas y diarios de tirada nacional. Actualmente participa
de forma activa en la tertulia Gerardo Diego del Café de Oriente, y pertenece al Grupo de poesía del Círculo de
Bellas
Artes
de Madrid.
Tiene
publicadas dos obras de relatos breves, Horizonte
al Noroeste, Vitruvio 2010 , y A
salto de mata, Lastura 2017.
En su
vocación literaria cabe también el teatro, el ensayo, la novela y la prosa
poética.
Contacto
JOSE
MARIA GARRIDO
Facevoce GIL HERNANDO DE SANTIAGO
Blog
Atados al azar
Disponible
en internet
LA
ESCARCHA ENEL BRASERO
editado por Escritores
en Red,
PRESENTACIÓN
14 DE FEBRERO 2019
19 H
Biblioteca
pública Clara Campoamor Madrid
Dirige
la tertulia EVARISTO CADENAS
Presenta
ANA GALÁN VIGO
Con la
voz de ADORACIÓN ROSADO MERCHÁ
Se puede adquirir por
internet :
http://www.visionnet-libros.com/index.php?route=common/home
Una muestra de este
poemario,
SOY SOLO UN
POEMA.
¡Alto!
¡Detente y no me mates!
! Soy solo un
poema,
invoco tu
clemencia,
aunque solo sea virtual
y literaria!
Más allá del dolor de los autores,
yo te indulto,
en esta irónica
hora tan poética.
Porque estás
solo,
desprovisto de
fama y de grandeza…
por ser hijo de
autor desconocido.
Porque escondes
alma, fuerza y sentimiento,
y te opones a la
crítica feroz,
parcial y
despiadada.
Porque bailas
otro compás,
al margen de
escudos asonantes.
Vas oyendo,
desiguales, los dardos
según el blanco
al que apunten cada tarde,
y no bailas en
lugares tan comunes,
pues ni cuentas,
ni mides, ni blasfemas.
Tú, que no
respetas las normas ortodoxas,
lo sé. Todos son
motivos para un juicio,
razones de
sentencias mortuorias.
Pero yo os lo
ordeno,
aunque acabéis
como Pilatos,
lavándoos la
conciencia
entre lirios,
premios y amapolas.
Y le indulto
porque tiene algo más
que aire seco en
los pulmones.
DONDE LA FRASE INVOCA SU DOLOR
No es el final,
sólo apariencia,
donde la frase invoca su dolor,
donde se acaba el signo de la y
duda.
Es el borde del papel,
el precipicio,
aunque sé que hay palabras
que se salvan
escondidas detrás de los tinteros.
Palabras libres que huyen del
olvido,
que resisten al abismo y a la
muerte,
porque saben
que el fin siempre es principio.
Porque saben
que todo empieza de nuevo
en este instante,
a pesar de lo oscuro que amanece.
A CADA INSTANTE
A cada instante
lo intento y caigo en el vacío.
Te miro a los ojos
y sólo me queda rezar.
Se me olvida el sueño
cada noche
orque ya no creo en tus manos,
cansadas de dar tanto, sin pedir.
Porque ya no creo en tu voz,
que calla y mira ciega.
Se ha muerto la sonrisa.
¿O fui yo quien la enterró?
Es la cuesta del peregrino que se
alza.
la muralla que nos ciega
está ahí,
y yo sin voz para llamarte.
Y tú,
en esa soledad que no mereces.
Y SÓLO QUEDA EL HORIZONTE OSCURO
Ausente de luz
otra vez se han muerto las
ventanas,
pero ahora ya soy algo.
Algo como un fuste con cabeza de
retales,
andrajos en la mente,
sin brazos para hacer,
ni pies para moverme,
mi voz ya solo calla.
Y sólo queda el horizonte oscuro.
CÁLIDA LA TINTA
Escribía lento
para no acabar nunca el diario de una muerte.
Era cálida la tinta,
iluminada la cocina por velas de
ceniza
y las cuatro hogueras del diablo.
También los cancerberos.
Soñador
hacía la cena en busca de la noche,
con huevos y patatas imposibles,
cuchara y tenedores ociosos,
los platos desiertos de ironía,
el agua tan pesada, el vino amargo.
No había segundo plato.
El tiempo robándome minutos,
los vasos sin limpiar,
la lu se iba cegando en la sartén,
y las sombras,
como un salmo,
me dictaban el conjuro.
En el fogón es eterna la lucha y la
derrota.
La suerte me ha caído entre
chubascos,
llueve tal vez para limpiar la
ausencia
y al fin la tortilla al punto y
bien servida.
Todos a comer - dijo el diablo -
y las sombras me pincharon
poco a poco
hasta dejarme reducido a grasa.
Y no pregunté nada
por si les había gustado la receta.
Que digestión tan placentera
provocó en ellos mi plato favorito.
Pues vi más sombras
que venían a buscar cuanto sobrara
y sentí miedo por si aún tuviesen
hambre.
LA ESCARCHA EN EL BRASERO
Me duele la escarcha en el
brasero
cuando siento desvanecerse el
sueño,
lento como un pizzicatto de ironía.
Me duelen las pavesas de dolor
que se clavan como agujas,
dejándome el alma atada a tu
distancia.
La voz se me oscurece,
cambia de color el firmamento,
los buitres
acuden al festín de mis despojos.
La viola sin consuelo
adorna la mesa ya vacía
y descansan heridas las palabras.
De sal me vuelvo,
como estatua para verte,
y la luz y la oscuridad me atacan
atándome los pasos y el camino.
Espero tu regreso,
robándole paciencia a lo imposible,
porque aún me queda fuego en la
mirada.