Era un día de niebla,
una mañana
el viejo sol de Castilla no iluminaba su casa
que era nueva.
Su boina le tapaba la cabeza
y no quería mirar al calendario
por si la muerte
venía sin avisar a recogerle
Había construido su futuro,
su pelo ya era blanco,
las gafas necesarias
El periódico,
las noticias ocultas de todos los vencidos
las trampas en las cartas y la cárcel.
los restos del hambre y la derrota.
Incapaz de sucumbir
ni siquiera ante la muerte
que le iba siguiendo paso a paso
me contaba entre sus brazos
historias más reales que los cuentos.
Levantado el puño hacia la luna
me hablaba de paseos sin despedida
de disparos perdidos en la sombra
de lágrimas que el tiempo haría olvidar.
No habían pasado los días del luto y del recuerdo
La gente iba de negro y escondida
la gente no hablaba no miraba.
tenía el miedo en los sentidos.
Era él, el abuelo, el luchador,
el romántico invencible a pesar de la derrota
el que llevaba escondida en el alma la esperanza
el que mostraba la luz de la
coherencia en cada voz
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