
Ya sobre el
papel en blanco, como en un escenario mágico, con los títulos de todos sus
poemas, describe una coreografía, dibuja una danza y dice
“Aroma de claroscuros pincelando la alborada, /
retazos de un mar de ensueños, / noches de amorren mi alma, / rayos de níveas
promesas, / cánticos de esperanza / envolvedme en vuestras manos”
¿Qué es
esto sino una súplica ante lo errático del camino?
Y es, -
dirá la autora más tarde refiriéndose a la creación que -, “Nada existe tras los burdos barrotes de la inconmensurable mente que
aplómala consciencia de todo lo increado empleándose en realizar el más grande
de los actos.”
Ya en el primer
poema aroma de claroscuros vemos dos matices que marcan su poética: los barrotes de la mente, y lo absurdo de la
vida y de la muerte.
Siempre es
bueno leer un libro, si bien para acercarse a estas lineas hay que estar
dispuesto a bailar en un escenario de propuestas existenciales, tal vez a ritmo
de un especial aroma poético. El aroma de Selenne.
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