sábado, 19 de enero de 2019

LA ESCARCHA EN EL BRASERO


JOSÉ MARÍA GARRIDO   DE LA CRUZ , nació en Ávila en 1953, si bien, ha permanecido una gran parte de su juventud en la Galicia profunda, Orense, donde estudia el Bachillerato, antes de la era autonómica.


Discípulo de Laureano Prieto, Xoaquin Lourenzo, Xesus Ferro Couselo, y de Ramón Otero Pedrallo, conocidos puntales  de la Generación Nos. Pronto nace en él la afición por las letras.

Posteriormente se licencia en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid.

Ha recibido el XXI Premio de poesía SANTA TERESA  DE  JESUS de la Diputación de Ávila y ha publicado artículos y relatos en  distintas revistas y diarios de tirada nacional. Actualmente participa de forma activa en la tertulia Gerardo Diego del Café de Oriente,  y pertenece al Grupo de poesía del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

Tiene publicadas dos obras de relatos breves, Horizonte al Noroeste, Vitruvio 2010 , y A salto de mata, Lastura 2017.  

En su vocación literaria cabe también el teatro, el ensayo, la novela y la prosa poética.




Contacto

JOSE MARIA GARRIDO

Facevoce   GIL HERNANDO DE SANTIAGO

Blog Atados al azar



Disponible en internet









Poemario



LA ESCARCHA ENEL BRASERO

editado por Escritores en Red,


PRESENTACIÓN 14 DE FEBRERO 2019 
19 H
Biblioteca pública Clara Campoamor Madrid
Dirige la tertulia  EVARISTO CADENAS 
Presenta ANA GALÁN VIGO
Con la voz de ADORACIÓN ROSADO MERCHÁ

            Se puede adquirir por internet :

 http://www.visionnet-libros.com/index.php?route=common/home









Una muestra de este poemario, 



SOY SOLO UN POEMA.


¡Alto!  ¡Detente y no me mates!
! Soy solo un poema,
 invoco tu clemencia,
aunque solo sea virtual y literaria!


Más allá del dolor de los autores, 
yo te indulto, 
en esta irónica hora tan poética.

Porque estás solo,  
desprovisto de fama y de grandeza…
por ser hijo de autor desconocido.

Porque escondes alma, fuerza y sentimiento,
y te opones a la crítica feroz, 
parcial y despiadada.

Porque bailas otro compás, 
al margen de escudos asonantes.

Vas oyendo, desiguales, los dardos 
según el blanco al que apunten cada tarde, 
y no bailas en lugares tan comunes,
pues ni cuentas, ni mides, ni blasfemas.

Tú, que no respetas las normas ortodoxas,
lo sé. Todos son motivos para un juicio,
razones de sentencias mortuorias.

Pero yo os lo ordeno, 
aunque acabéis como Pilatos, 
lavándoos la conciencia
entre lirios, premios y amapolas.

Y le indulto porque tiene algo más
que aire seco en los pulmones.



DONDE LA FRASE INVOCA SU DOLOR


No es el final, 
sólo apariencia, 
donde la frase invoca su dolor, 
donde se acaba el signo de la y duda. 

Es el borde del papel,  
el precipicio, 
aunque sé que hay palabras 
que se salvan 
escondidas detrás de los tinteros.

Palabras libres que huyen del olvido, 
que resisten al abismo y a la muerte, 
porque saben  
que el fin siempre es principio.

Porque saben  
que todo empieza de nuevo 
en este instante, 
a pesar de lo oscuro que amanece.


A CADA INSTANTE


A cada instante  
lo intento y caigo en el vacío.

Te miro a los ojos  
y sólo me queda rezar. 

Se me olvida el sueño 
cada noche 
orque ya no creo en tus manos, 
cansadas de dar tanto, sin pedir.

Porque ya no creo en tu voz,  
que calla y mira ciega. 
Se ha muerto la sonrisa. 
¿O fui yo quien la enterró?

Es la cuesta del peregrino que se alza. 
la muralla que nos ciega 
está ahí, 
y yo sin voz para llamarte. 

Y tú, 
en esa soledad que no mereces.  












 



Y SÓLO QUEDA EL HORIZONTE OSCURO


Ausente de luz 
otra vez se han muerto las ventanas, 
pero ahora ya soy algo.

Algo como un fuste con cabeza de retales, 
andrajos en la mente, 
sin brazos para hacer, 
ni pies para moverme, 
mi voz ya solo calla.

Y sólo queda el horizonte oscuro.



CÁLIDA LA TINTA


Escribía lento 
 para no acabar nunca el diario de una muerte.

Era cálida la tinta, 
iluminada la cocina por velas de ceniza 
y las cuatro hogueras del diablo.

También los cancerberos. 

Soñador 
hacía la cena en busca de la noche, 
con huevos y patatas imposibles, 
cuchara y tenedores ociosos, 
los platos desiertos de ironía, 
el agua tan pesada, el vino amargo. 

No había segundo plato. 
El tiempo robándome minutos, 
los vasos sin limpiar, 
la lu se iba cegando en la sartén, 
y las sombras, 
como un salmo, 
me dictaban el conjuro.

En el fogón es eterna la lucha y la derrota. 
La suerte me ha caído entre chubascos, 
llueve tal vez para limpiar la ausencia 
y al fin la tortilla al punto y bien servida.   

Todos a comer - dijo el diablo -  
y las sombras me pincharon 
poco a poco 
hasta dejarme reducido a grasa. 

Y no pregunté nada 
por si les había gustado la receta. 

Que digestión tan placentera 
provocó en ellos mi plato favorito. 
Pues vi más sombras 
que venían a buscar cuanto sobrara 
y sentí miedo por si aún tuviesen hambre.



LA ESCARCHA EN EL BRASERO


Me duele la escarcha en el brasero  
cuando siento desvanecerse el sueño, 
lento como un pizzicatto de ironía.

Me duelen las pavesas de dolor 
que se clavan como agujas, 
dejándome el alma atada a tu distancia.

La voz se me oscurece, 
cambia de color el firmamento, 
los buitres 
acuden al festín de mis despojos.

La viola sin consuelo 
adorna la mesa ya vacía 
y descansan heridas las palabras.

De sal me vuelvo, 
como estatua para verte, 
y la luz y la oscuridad me atacan 
atándome los pasos y el camino.

Espero tu regreso,  
robándole paciencia a lo imposible, 
porque aún me queda fuego en la mirada.







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