viernes, 22 de mayo de 2020

EL AGUIJÓN CUENTO DE JOSE MARIA GARRIDO INCLUIDO EN SU OBRA LA MEMORIA OLVIDADA


AÑO  1964, YO TENGO ONCE AÑOS... 


Hoy cuando Don Camilo nos ha contado en la escuela, la historia de una raya que hay en el cielo que está formada por estrellas que se mueven, todos nos hemos puesto a mirar al cielo, pero como todavía es pronto, aunque hay pocas nubes y no llueve, no se ve nada. El Totó no me ha dejado preguntarle como son las estrellas. Él se lo ha dicho antes. Da igual yo solo quería saberlo y ya lo sé. Son como las abejas del Severino, que van bailando por el cielo. Dice que son familias. La madre es la estrella que tiene a sus hijos los planetas que van siempre a su alrededor, y los satélites van de la mano de los planetas. Y que los cometas son los vecinos que van de paso y no los volvemos a ver.
Yo me quedo pensando. Ahora lo entiendo todo. Don Alfredo el jefe de estación, que es el padre de Loli, la novia de don Camilo, dice que yo soy un satélite. Entonces papá es un planeta, y el abuelo José una estrella. El abuelo José sabe muchas cosas y le brillan los ojos cuando me las enseña. Si, parece una estrella.
¿Y si le digo a Asun que venga conmigo al salir de la escuela, a ver las abejas del Severino, y le cuento lo que nos ha dicho don Camilo? Ella se pasa mucho tiempo mirando a las nubes. Seguro que vendrá conmigo. Mamá dice que lo que mira son las musarañas. Yo nunca las he visto.
Ya sé. Como tengo una peseta en el bolsillo del pantalón, que cogí de la hucha ayer, le compro a Asun una chocolatina de las que le gustan y otra para mí, voy a su escuela a buscarla y nos vamos a ver a las abejas. Don Camilo no sé qué está contando, pero ya debe ser la hora de salir. 
En la tienda, Severino dice que me sobran veinte céntimos, para dos tebeos. Los guardo en la cartera con la enciclopedia y salgo a esperar a Asun. Con la chocolatina la convenzo para que venga. Las abejas no le gustan, dice que pican. Cuando le hablo de las estrellas que bailan, echa a correr hacia la colmena. Está cerca. Se las oye cantar. Bailan. Se acercan a nosotros. Asun coge un palo. Se acercan más. Las amenazas con el palo. Se asustan y Zas. Tres a la vez. En la cara y en un brazo. Se echa a llora y yo tiro de ella y de su cartera hacia el pueblo por la cuesta arriba. No para de llorar. ¡Las abejas son tontas! ¡Las estrellas son tontas! ¡tú eres tonto!  Como si yo tuviera la culpa de que ella quisiera pegarle a las estrellas con el palo.
En la tienda, Maritina, la hija de Severino, que es mayor que nosotros y sabe de abejas porque le ha enseñado su padre, le pone una pomada en la cara y en el brazo y le pinta en la cara unos lunares con mercromina. Ella no deja de llorar. Con los lunares está muy guapa. Parece que tiene estrellas. No sé qué pasará cuando lleguemos a casa, pero seguro que Asun esta noche no se pone a mirar al cielo. Mañana no se lo puedo contar a Don Camilo, porque igual me da un sopapo., pero eso no es lo peor. Seguro que no me perdona. Me da más miedo su venganza.






















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