Tal vez no sean suficientes la música funeraria ni loa rituales celtas
de la compasión. Quizás sea preciso el z auxilio de los dioses, porque el
deterioro es capaz de vencer a la vida y a la piedra, aliado con el hastío o la
desidia, con el abandono y la indiferencia. ¿Cuánto cuesta ahora evitar la
ruina?
¿Cuánto cuesta ahora preparar el
futuro?
Tal vez unas pocas monedas
oxidadas y bastantes sacos de voluntad política extraelectoral.
La Puerta de Galicia está desvencijada,
¿Quién va a querer entrar por ella si en cualquier momento se desploma? Sin
duda las manos de sus vecinos, las paletas de los albañiles y las mazas de los
canteros, de esos que siempre trabajaron en beneficio de la tierra, están
dispuestas a resucitar la historia, a reconquistar la imagen del progreso,
porque una imagen vale mucho más que mis humildes letras. A Galicia se debe
entrar por la puerta grande, por una puerta que no desentone con la v
estacion construida hace sesenta y tres años, pero que todavía está capacitada
para dar atención y servicio a los vecinos de la zona y
más ahora con la esperada
conexión del Ave. Bueno es difundir este pequeño articulo para apoyar la
reconstrucción de una estación ferroviaria emblemática que se resiste a
perderse en la historia. No recemos pues un réquiem, sino entonemos un canto de
esperanza para que alguien nos oiga.
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