Como en los “domingos musicales” que Fanni Mendelshon
organizaba allá por la mitad del siglo XIX, salvando las distancias entre la
música sublime y la palabra eterna, que no alcanza a llevarse el viento,
tuvimos el honor de asistir a aquella velada en la que se hizo entrega de los
premios “escribir en la red”, bajo la atenta mirada de los grandes de la
literatura, que nos observaban, y tal vez nos orientasen desde los oleos a los que ya se encuentran
eternamente sujetos en la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. Tal
vez fuesen ellos los que nos infundieron ese ambiente de camaradería y
hermandad, que tanto se echa de menos en otros círculos,
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