Todavía resuenan
en mis oídos las suaves marcas de cincel separando la placa de yeso del lienzo
original.
Con cada golpe
de cincel, certero, irreparable, varias gotas de sudor.
De mi
delicadeza, de mi paciencia, dependía la recuperación de una obra de arte,
porque en aquel lienzo de la cara sur, estaba apareciendo el retrato de una
reina. Leonor de Aquitania. Por fin quedó al descubierto. Ahora, estudiosos e turistas, todos pueden contemplar en la pared sur de éste Monasterio, su expresión radiante
e delicada, como si siguiera estando viva.
Fue el
principio de una utopía. Pero sabíamos que había más. Por eso ahora pasados ya tres años, volvemos
a visitarlo para dirigir su rehabilitación.
Ya no sólo me interesa la pared sur. Hoy se
trabaja en una de las naves laterales. Se están desmontando las arcadas, piedra
a piedra. Ha sido un largo proceso de identificación, marcaje, apuntalamiento,
e almacenado de las piezas. Después habrá que armar todo el rompecabezas.
El fuste de la
columna número siete, que ha sido desmontada totalmente, tiene adosado un “Ecce
Homo” vigoroso, sobre un gran sarcófago granítico que le sirve de sencillo
pedestal, sin filigranas, sin firma e sin fisuras. En las otras tres columnas,
aun en su lugar, las esbeltas imágenes de Judas, Pilatos e Barrabás aparecen
mirando al Hombre. Arrepentidos, en una composición majestuosa.
En los cuatro
meses cuyo nombre no lleva la “R”, e en las noches de plenilunio, -según mis
propios estudios confirmados por el Abad e otras fuentes fidedignas -, a la hora nona, cuando ya el trabajo se
acaba, un rayo de luz se filtra desde el rosetón, e incide sobre el sarcófago.
Fenómenos similares a éste, se repiten en otras construcciones de la época, e
es que los escultores, los arquitectos, los maestros canteros de la época eran
alquimistas, pitagóricos, buscaban la luz como el sentido de la vida, que venia
e uba de nuevo al mismo punto. e guardaban celosamente las formulas matemáticas
con las que conseguían estos efectos.
A esa hora
como la luz, mis ojos buscan el reposo en
esas sombras.
Al lado de la
Epístola, una Piedad, tal vez olvidada, no por ello menos regia, contempla
cuanto ocurre en su derredor.
Por las
circunstancias, la nave central alberga pocos bancos. En uno de ellos tomo
asiento muchas noches e miro atentamente
a aquel sarcófago. Sé que nunca están vacíos, ni siquiera después de ser
saqueados; siempre guardan algo, aunque solo sea el color oscuro de la muerte.
Una idea ronda en mi cabeza, Su contenido Tendré que emplearme a fondo. Identificarlo, comprobar si hay otros iguales, si forma parte del grupo escultórico, o
es una pieza separada, desmontar ese nicho de vida e muerte, estudiar el proceso de separación e apertura, e diseñar un protocolo de conservación del contenido.
Una idea ronda en mi cabeza, Su contenido Tendré que emplearme a fondo. Identificarlo, comprobar si hay otros iguales, si forma parte del grupo escultórico, o
es una pieza separada, desmontar ese nicho de vida e muerte, estudiar el proceso de separación e apertura, e diseñar un protocolo de conservación del contenido.
Cada hora,
según el calendario litúrgico, el rayo de luz señala un punto estratégico. En
maitines enseña la puerta de acceso al claustro. Al Ángelus, apunta al
Sagrario. Todo está reglado. A cada tiempo su labor. A la hora nona
señala el misterio.Llega una
noche más, e sigo sacando fotos, desde todos los ángulos posibles anotando la
hora e el minuto de la escena, a la luz
de ese rayo poderoso. Horas e horas, tirado en el suelo, sin dañar los pies
del Cristo.Y todo
sólo por una sutil intuición.
¿Qué esconderá?
¡Que penitencia más dura para encontrarlo vacío!
¿Qué esconderá?
¡Que penitencia más dura para encontrarlo vacío!
La “Piedad”,
me observa como a un loco impaciente. Es más pequeña. Compruebo de inmediato
que bajo sus pies no hay nada más que un pedestal de granito. No es un sarcófago. Bajo las otras
figuras tampoco hay ninguno.Los ojos del
Ecce Homo delatan su secreto, pero yo no sé descifrarlo.
Me vence el sueño entre números: 35 x 56 x 105. Es un tamaño considerable. Pero me llama la atención el hecho de que sus medidas sean todas múltiplos de siete. El siete es un número simbólico. No soy supersticioso, pero seguramente los ángulos respecto a la horizontal e a la vertical de la nave serán múltiplos de siete. como siete son los escalones que la separan la planta principal del suelo.
Me vence el sueño entre números: 35 x 56 x 105. Es un tamaño considerable. Pero me llama la atención el hecho de que sus medidas sean todas múltiplos de siete. El siete es un número simbólico. No soy supersticioso, pero seguramente los ángulos respecto a la horizontal e a la vertical de la nave serán múltiplos de siete. como siete son los escalones que la separan la planta principal del suelo.
Tres meses de
trabajo intenso, delicado, noventa noches de insomnio… horas de sacrificio
arrastrado en la tierra a los pies del Cristo, buscando su huella, su misterio.
Ahora está ya todo dispuesto. Es la hora
de la luz. En la nave central he dispuesto una mesa de madera recia, sobre la
cual reposa el sarcófago. El Cristo e la Piedad, parecen impacientes.Es la hora del
Ángelus. El sol apunta al Claustro.
Procedo con
ayuda de varios operarios, a levantar la tapa del sarcófago.
La depositamos en la mesa, cuidadosamente, mientras comienza a sonar el “Laudate Domine”. Los arqueólogos e los monjes forman un coro celestial de voces inolvidables. Eternas.El tiempo se ha paralizado.
La depositamos en la mesa, cuidadosamente, mientras comienza a sonar el “Laudate Domine”. Los arqueólogos e los monjes forman un coro celestial de voces inolvidables. Eternas.El tiempo se ha paralizado.
Un lienzo,
envuelve escrupulosamente algo. Está atado con una cinta de algodón de
siglos. Amarillenta. Nudo sencillo. Entre mis manos se vuelve
sagrado. Suelto el lazo. Extiendo el
paño sobre la mesa.
Un pergamino.
Letras. Castellano antiguo.¡
e me han olvidado las fotos.
Cesa en canto, e todas las miradas aprietan las letras sobre la vieja piel…
La leyenda es corta. Diez líneas. La tinta ocre. Los trazos gruesos.
Letras. Castellano antiguo.¡
e me han olvidado las fotos.
Cesa en canto, e todas las miradas aprietan las letras sobre la vieja piel…
La leyenda es corta. Diez líneas. La tinta ocre. Los trazos gruesos.
Mil años de
historia sobre la mesa
"Pidió el
Valeroso Conde Wilfredo el nombrado el Velloso al emperador Obeluis que le diese
armas que pudiese traer en el escudo, que llevaba dorado e sin divisa, e el
emperador viendo que había sido en aquella batalla tan valiente e que en ella
muchas llagas recibiera, llegose a él, e mojóse la mano diestra de la sangre
que aún salía de sus feridas, pasó los quatro dedos ansí ensangrentados encima
del escudo dorado de alto abaxo, faziendo quatro rayas de sangre., e dixo,
estas serán vuestras armas, Señor Conde un condado tendréis por vuestra
valentía, e aquestas de la diestra de la Hispania serán las vuestras tierras, et non pidades
más. “
-Todos estamos sorprendidos. El hallazgo de este pergamino es un acongtecimiento científico de enorme magnitud. Por eso la noticia no se hará pública hasta que no se haya descifrado. Se tomarán del mismo solamente tres instantáneas para su estudio. Si es necesario luego se harán más. Mi voz es conc,luyente.
-Todos estamos sorprendidos. El hallazgo de este pergamino es un acongtecimiento científico de enorme magnitud. Por eso la noticia no se hará pública hasta que no se haya descifrado. Se tomarán del mismo solamente tres instantáneas para su estudio. Si es necesario luego se harán más. Mi voz es conc,luyente.
Vuelvo a
enrollar el pergamino e a colocarlo en su lugar.
Todos
mostramos nuestro respeto, e a la vez intuimos que es de valor incalculable.
En el equipo
que trabaja en éste Monasterio prerrománico hay arqueólogos, calígrafos,
escultores, restauradores, historiadores e antropólogos ávidos de empezar a
trabajar.
Es el momento
del relevo.
Procedo a
depositar nuevamente el pergamino en su lugar.
De nuevo me
quedo solo, sentado a los pies del Ese Homo, que ahora tiene la mirada más
serena, mientras todos desaparecen jubilosos comentando la noticia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario