Prisionero
de la luz y la palabra,
me asomo a la escotilla
y las
nubes me saludan en silencio.
El mar es mi sepulcro y amanece
el sol juega conmigo
la voz me abandona en la garganta
no se hablar.
El alma de guerrero que me envuelve
parece disiparse en el vacío,
osadía de ser, no era otra cosa
No queda más que sed en mi andadura.
Y salgo al mar,
me asalta el infinito,
el viento frio arranca una a una
las hojas de mi viejo calendario
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