martes, 6 de febrero de 2018

ASUNCION




Se cierra la puerta.
El reloj marca las once y diez minutos.
Solo dos minutos en aquella oscuridad, pero no estoy solo.
Hora de la muerte: once y ocho minutos.
El certificado de defunción, en la mesa de al lado- El nombre es el mío. No hay duda. 
La tinta aún no está seca.

Cierro los ojos. 
Da igual que tenerlos abiertos.
Un mano de piedra me coge por los hombros. 
 Me levanta. 
Busco sus ojos y no aparecen. Es solo la mano, pero, ¿de quién?


¿Cómo puedo oírle, si estoy muerto?
¿Es la mano de Dios, o una mano diabólica? 
¿Estoy realmente muerto?

-      Elije la fecha de tu vuelta a la vida.

Su propuesta me deja más helado que si no estuviera muerto.

¿Debo hacerle caso? 
No pierdo nada.
Es la decisión más difícil que se me ha planteado nunca. De hecho, no tiene sentido.

Otra vez siento la caricia y la voz, de la mano de piedra que no tiene cara, que no tiene ojos. 
Está impaciente.

-  Solo una fecha.

¿Y si le digo una fecha antes de mi nacimiento?
Tal ez entonces no me deje vivir, o me haga más viejo, o seré una mujer, pero no estaré muerto.

De vez en cuando vuelvo a sentir la caricia de esa mano de piedra que ya me es familiar, no puedo dormir.

¿Y si se calla? ¿Y si no vuelve?

-      Ya está.

Mi voz suena potente., pero solo él la oye =?¿Quien es él?

-      ¿Lo has pensado bien?
-      Sí. 15 de agosto de 1971
-      ¿Por qué esa fecha?
-      Es mi secreto.
-      Yo conozco tus secretos.

¿Tendrá tanto poder?

-      No me preguntes. De ahora en adelante vivirás como tu hermana, esa que nunca nació.
La mano de piedra me ayuda a incorporarme y a salir de esa parte oscura, abre las puertas y me lleva despacio ante el espejo.
Una joven, de nos veinte años, me mira sorprendida.
Lleva un traje azul muy elegante y unos zapatos de tacón fino y alto, con los que yo no sé andar.
No la conozco. Ciertos rasgos me recuerdan a mi madre.
Cercadel espejo hay un bolso. Lo cojo como lo cogería cualquier mujer.
Dentro encuentro entre otras coas un paraguas y dos amigos que me van a acompañar en adelante: el miedo y la ignorancia. 
Al lado una puerta que quizás da a la calle.
Ando con dificultad. 
Me escondo bajo el paraguas.
Llueve. 
Poco a poco la lluvia va disipando mi memoria.
Estoy sola.
Tengo que empezar a moverme.
Busco un nombre. Soy Asunción.

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